martes, 7 de agosto de 2012

Ummo y su correspondencia (I)



La cuestión de Ummo es un asunto particularmente interesante y peculiar dentro del llamado fenómeno OVNI. De hecho, en puridad, no comienza como ningún fenómeno OVNI pues las “cartas credenciales” –nunca mejor dicho- que lo originan no son en absoluto ningún objeto volante, más bien podría definirse de entrada como un caso “CENI” por “cartas extrañas no identificadas”. Si bien el primer supuesto avistamiento “ummita” –el de Aluche, en febrero de 1966- es coetáneo a las primeras llamadas telefónicas y cartas que contactaban con el muy contactado y contactable Fernando Sesma Manzano.

Pero lo interesante de Ummo es el “affaire” epistolar, que es la parte sustancial del asunto, los “avistamientos” son cuestión secundaria –y casi decorado de fondo, orquestados como “hito de confirmación”, tanto el de Aluche en 1966 como el de San José de Valderas en 1967-, la correspondencia, sin embargo, es lo principal. Entre otras cosas porque nos presta algo que no suele prestar el tema OVNI: documentos escritos “originales” -otra cosa es la mano que los origina, en este caso de origen terrestre y, la mayoría, hispánico-. Da igual que sean falsos, el caso es que hay algo material de lo que partir y que observar, y una historia escrita –un guion- que puede seguirse cronológicamente, eso permite también reconstruir el asunto por vía de “instrucción”, tenemos los mimbres para ello.

El autor confeso del montaje es José Luis Jordán Peña, su confesión se produce en 1993, en principio de manera espontánea pero, de hecho, lo hace cuando muchas pistas apuntaban a su participación activa en la creación del caso Ummo. Jordán Peña aduce un interés “sociológico” como gestante del asunto, hay diversos indicios que apuntan a intereses de otra índole -incluida la sexual- y, tal vez, a motivaciones psicológicas cuando no psiquiátricas, pero, al margen de eso, lo que sí es cierto que la acción de Jordán Peña, sus colaboradores y sus más que posibles continuadores sí producen un fenómeno sociológico.

Hasta cierto punto evolutivo y en el que cabría diferenciar el grupo originario netamente español y en ubicaciones muy concretas -de entrada, sobre todo, el grupo Madrid- y posteriores grupos y personas involucradas, o bien como seguidores o bien como receptores de correspondencia, en otros países. Algunos han evolucionado en auténticas sectas otros siguen en el espíritu más o menos “cientifista” de las epístolas originales.

Se ha cuestionado -y aun se cuestiona- que Jordán Peña pudiese orquestar con sus propios medios -y ayudas puntuales- todo el “affaire Ummo”, se aducen varios motivos para ello -entre otros de capacidad y logística- pero parecen basarse más bien en la incredulidad de que Jordán pudiese meter tal “gol” o tantos “goles” como metió. Cierto que en ausencia de pruebas concluyentes cabe dudar del testimonio en sí, pero no menos cierto que Jordán aporta, además de explicaciones bastante coherentes, ciertas pruebas del origen de las “pruebas ummitas” que en su día se presentaron.

Por otra parte Jordán Peña se sitúa en el origen español del caso, que tuvo por víctimas al grupo de tertulianos de Fernando Sesma que se reunían en “La ballena alegre”, ramificaciones posteriores -y aun actuales- del caso quedarían fuera del control de Jordán Peña y, todavía, quedaría otra posibilidad, que el mismo Jordán Peña dejó caer en una entrevista radiofónica, la de la intervención en un momento dado -y no especificado- de servicios de inteligencia en el desarrollo del “affaire Ummo”. Jordán apuntó a eso por pasiva, cuando negó la participación de servicios secretos españoles pero declinó pronunciarse respecto a la participación de otros servicios secretos -digamos que generó cierto halo de misterio al respecto-. Por activa, el periodista navarro J.J. Benítez afirma que Jordán le declaró que la CIA estadounidense financió la acción que éste les había propuesto -J.J. Benítez, en “El hombre que susurraba a los ummitas”-. Otros autores como Manuel Carballal apuntan una posible participación de otros servicios de inteligencia.

En cualquier caso la “criatura” Ummo es interesante. Repetimos que lo que nos parece más interesante del asunto es el núcleo epistolar y documental del caso y -casi yendo por las sendas “sociológicas oficiales” de Jordán Peña- más sus efectos en el grupo de corresponsales que las supuestas pruebas de “avistamientos” o similares. Digamos que es el factor humano -más que el extraterrestre- lo aquí nos interesa y, también, el papel de la comunicación... en la creación. Digamos que ciertos aspectos semánticos.

El origen del caso Ummo

Personalmente la primera vez que leí “Ummo” me recordó a Umma, la ciudad-estado de Sumer, imagino que un poco por cuestión de formación, de todos modos dejemos claro que los pobres sumerios no tienen ni arte ni parte en este asunto -ni en otros, pese a que se les adjudiquen “dioses anunnaki” a diesto y siniestro, pero esa es otra historia-. Si se ha de hacer caso a Jordán Peña el nombre era una pista para indicar que el asunto era puro “humo”, no obstante, Manuel Carballal apuntaba ciertas sospechas de que tuviese relación con la voz “umma” en su sentido tántrico que la relaciona con la energía kundalini y, a partir de ahí, con alguna de las motivaciones de Jordán Peña no tan explicitamente confesadas como la sociológica. Sea como fuere el supuesto planeta del que provenían los no menos supuestos comunicantes extraterrestres se presentó como el planeta Ummo, naturalmente, sus habitantes eran los ummitas.

En 1954, doce años antes del comienzo del caso Ummo, Fernando Sesma funda la Sociedad de Amigos de los Visitantes del Espacio (BURU), que tiene su “sede ofciosa” en “La Ballena Alegre”, en los sótanos del Café Lyón de Madrid, donde se reúnen sus miembros y se organizan tertulias dirigidas por Sesma, que había seguido algún caso de presuntos contactos y, a partir de cierto momento, él mismo afirmará ser un contactado.

Durante el Otoño de 1954, desde el periódico “Madrid” se le encargó a Sesma escribir unos capítulos dedicados a los platillos volantes, fenómeno que iba en auge y pasaba a convertirse en moda.

Ese encargo le facilitó el contacto con personas interesadas por el misterioso y atrayente tema de los extraterrestes. Al salir de la redacción del periódico, Sesma comenzó a quedar con sus amigos en el Café Lyón, donde como “experto” Sesma dirigía la charla y disertaba sobre los visitantes del espacio, poco a poco fue atrayendo a nuevos curiosos al grupo, entre ellos el dramaturgo Alfonso Paso y el escritor Buero Vallejo. En ese ambiente y en ese lugar Fernando Sesma funda la “Sociedad de Amigos de los Visitantes del Espacio”.

Sesma, que ya era el alma de esas reuniones -y, en cierto modo, su agente causal- lo fue aún más a partir del momento en que declaró que estaba recibiendo comunicaciones directas de los "hermanos cósmicos", en definitiva, que él mismo había pasado a la categoría de "contactado". En 1962 dice Sesma que por vía telefónica un tal Saliano, que asegura proceder de un planeta llamado Aúco, va pasando mensajes a Sesma, bastante incompresibles, que se irán leyendo durante más de cinco años ante un público interesado en "La Ballena Alegre". Digamos que Saliano declinará -aunque no desaparecerá- por el "efecto Ummo", cuyo promotor escoge con buen ojo al popular Sesma como predispuesta "caja de resonancia".

Si bien la primera mención en prensa relacionada con Ummo se produce el 16 de febrero de 1966, en el semanario barcelonés Por qué, en una entrevista que el periodista José Luis Pimentel realiza a Fernando Sesma. Para seguir la pista de los contactos iniciales de Ummo hay que acudir a lo que relató el propio Sesma, en el primero de una serie de reportajes -hasta un total de 55- que se publicarían en la revista Diez Minutos. Según esto a las doce de la mañana del 14 de enero de 1966, Sesma recibió una llamada telefónica y un interlocutor, de rara voz, le “repitió unas palabras extrañas durante bastante tiempo” que él copió -según Enrique Villagrasa “do-do-ummo-do-do”-, al final de la comunicación su comunicante le dijo que en pocos días recibiría “algunas cosas e informaciones de orden extraterrestre”. Que constituirán las primeras comunicaciones públicas “ummitas”.

Según dice Fernando Sesma cuando le llegaron esas informaciones -en primer lugar una piedra artificial con supuestos signos “ummitas” y, posteriormente, un informe sobre telepatía- lo primero que pensó es que se trataba de “una broma bien organizada” -primera impresión que era valida-, cosa que no dudo en transmitir a su anónimo comunicante en la siguiente ocasión en que éste le llamo. El teórico "ummita" consideró que la escéptica reacción de Sesma era lógica y prudente, y se comprometió con Sesma para enviarle algunas pruebas que corroborasen sus afirmaciones.

Estas pruebas llegaron el 7 de febrero de 1966, consistieron en tres fotografías tridimensionales en color, de supuesto origen extraterrestre, que un “emisario de Ummo” -un hombre joven y moreno con barba, que sería identificado con un personaje importante que aparecerá en comunicaciones ulteriores, ni más ni menos que el “mecanógrafo” de los “ummitas”, en realidad fue Vicente Ortuño colaborador de Jordán Peña- llevó a casa de Sesma, y que vieron el propio interesado, su esposa y uno de sus hijos, una vez enseñadas el “emisario” se las llevó nuevamente consigo. Ese mismo día a las 14:00 horas los supuestos extraterrestres anunciaban por teléfono a Sesma, y con antelación a la aparición de la noticia en prensa, el aterrizaje de una nave “ummita” en el madrileño Parque de Aluche -al suroeste de la ciudad-, a las 20:00 horas del día anterior, es decir, el 6 de febrero de 1966.

Con eso se inicia el caso Ummo, si hubo otros corresponsales anteriores a Sesma no consta, al menos por ellos, si bien algunos documentos “ummitas” los mencionaran, pero eso, naturalmente -y lo más lógico-, no implica que no sean simple “atrezzo” para dar mayor verosimilitud a los mensajes que se le iban pasando a Sesma y sus amigos, sobre todo los más dudosos son los supuestos corresponsales anteriores a enero de 1966.

El primer informe escrito que recibió Sesma, y que fue acogido por éste con la impresión de que se trataba de una “broma bien organizada”, es el llamado D-41, en él se mencionan ciertas supuestas características fisiológicas de los “ummitas” y el uso por ellos de la telepatía, pero, en esencia, es algo así como una carta de presentación, en la que no falta la muestra de una serie de datos de tipo enciclopédico -recuerdan el estilo de las entradas de ese tipo de obras- sobre características generales de Ummo y de los “ummitas”.

Junto a eso hay ciertos “toques de proximidad” para hacer “reales” a los “ummitas”, así los redactores del informe expresan cosas tan “humanas” como los obstáculos encontrados para realizar una tarea, en este caso mencionan la dificultad de transcripción, o bien el asunto de la enfermedad telepática que intenta pulsar la tecla de la compasión y la solidaridad. Esas confidencias y ese anecdotario tratan de hacer próximo al emisor del mensaje para el receptor del mismo, forman parte de un juego psicológico que llama “amistosamente” al subconsciente del lector presentando como “creíble”, “real” y -paradojicamente- “humano” al comunicante “ummita”. Digamos que se intenta obtener la simpatía del lector y, en consecuencia, una predisposición favorable en relación a lo que expone el mensaje.

Después hay algún toque curioso, posiblemente debido ya al ejercicio de la creación literaria -con motivos puramente estilísticos-, como es la peculiar selección de idiomas terrestres que conocen de entrada esos “ummitas”, que son según ellos: inglés, español, griego clásico, griego moderno, alemán, italiano, francés y árabe. Nada que decir respecto al toque clasicista, pero resulta llamativa la profundización en el griego que incluye también el griego clásico.

Reproducimos a continuación el informe D-41 -extraído de ummo-ciencias.org. “Las cartas de Ummo”-

Informe D-41

00/121.

Deseamos informar al planeta Tierra: origen y procedencia nuestra y fines que nos han movido a visitarles. Procedemos de UMMO, planeta que gira alrededor del astro IUMMA, registrado en vuestra Tierra con la denominación de WOLF 424.

00/123

Recibimos instrucciones día 12 Enero 1965 (Era Cristiana Tierra) respecto a orientación y límites de este informe. Redacción aprobada. Procuramos adaptarnos salvo barreras infranqueables de transcripción. Empleamos idioma español.

0/2

Las dificultades de traducción y expresión de conceptos en idiomas terrestres son inmensas. No ocultamos que tras comprobar la sorprendente semejanza entre estructuras biológicas de nuestros dos planetas, quedamos consternados al percatarnos que nuestros respectivos medios de comunicación social difieren en elevado grado.

0/21

Imposible nos es en un primer documento establecer de una forma sintética la inmensa gama de equivalencias entre cifras, símbolos verbales, símbolos técnicos y demás. En muchos casos, expresiones nativas nuestras, no tienen ni remotamente equivalencia en ninguno de los idiomas terrestres conocidos por nosotros hasta la fecha (inglés, español, griego clásico, griego moderno, alemán, italiano, francés y árabe).

0/215

Empleamos para expresarnos, medio acústico: aire (adolescencia) y medio telepático: “psi” (adultos medios), en este último caso, las imágenes mentales transmitidas y recibidas conforman las imágenes mnémicas acústicas aprendidas durante la infancia.

Intentamos por todos los medios para Vds., fijar en grafismo español la imagen acústica de nuestras expresiones, aunque en la mayoría de los casos, nuestros fonemas puedan reflejarse con varias expresiones gráficas.

11/1

Nosotros procedemos, como anteriormente dijimos, del planeta o astro solidificado UMMO, cuyas características reseñamos a continuación:

Orbita: elíptica con foco estrella WOLF 424 (IUMMA) que nos sirve de Sol.

Distancia del foco WOLF 424 al foco del sistema solar el 4 Enero de 1955: 3,68502 años luz.

Radio de UMMO, medido en la cota universal de VAAUAWE:
R1 = 7251,63 Km.

Radio en la cota NUAEI21 (polo de UMMO): R2 = 7266,61 Km.

Masa de UMMO: 5,4 x 1021 toneladas masa.

Aceleración de la gravedad en UMMO: 11,88 m / seg2.

Capa atmosférica ionizada a 8536, 92 Km.

Composición atmosférica medida en el laboratorio universal de técnicas atmosféricas cota 878 de “WALIOA”.

Nitrógeno = 65,93%

Oxigeno = 23,00%

Xenón = 0,20%

Neón = 0,1316%

Anhídrido C. = 1,8%

Cloro = 0,001%

Metano = 0,102%

Otros gases.

111/1

Nuestra estructura geológica externa es en todo diferente a la de la Tierra. Los océanos ocupan el 62 % aproximadamente. El resto se centra en un solo continente lleno de grandes lagos, el mayor de los cuales tiene 276.320 Km2 (AUWOA SAAOOA). Nuestras cordilleras (Muy erosionadas) apenas presentan formas accidentadas. El río más importante de UMMOAA es el OAOAWA-OEW-OEWEA de anchura 3, 5 - Km. a la altura de UWOSS. Desemboca en el lago IAWIAIA-SAAOOA, Los OAK-OEI son una especie de volcanes que presentan la forma de grandes grietas que proyectan una columna incandescente de METANOPENTANO-OXÍGENO de alturas entre 250 m. y 6,7 Km. Como el OASION-OEI cerca del lago IA-SAAOOA, su luz azulada ilumina las noches de UMMOAA en aquellas regiones. Los grandes laboratorios NOOLAWE proyectan cada UIW (tiempo unidad de UMMO equivalente a 3,1 minutos terrestres) grandes globos con compuestos químicos que al entrar en contacto con la gigantesca catarata de fuego azul, estallan como fuegos artificiales, ofreciendo un espectáculo fantasmagórico. En el interior de estos globos van contenidos equipos de precisión para controles científicos.

A continuación trazamos un croquis de nuestra configuración geográfica. En nuestros mapas no se reseñan los nombres geográficos sobre el croquis, sino señalándolos por medio de flechas y disponiendo la tipografía al margen.

0/112

Los habitantes de UMMO poseemos un cuerpo cuya morfología fisiológica es sorprendentemente análoga a la del “homo sapiens” terrestre. Ello es lógico si se considera que las leyes biogenéticas parece que rigen para todo el Universo. Cuando el OIWI (año) 75.231 de nuestro tiempo (definimos el año como la dieciochoava parte del tiempo de traslación de UMMO alrededor de IUMMA -WOLF 424-), llegaron naves espaciales del planeta TOOKAAIA, sus tripulantes, aunque murieron, presentaban también la misma organización celular.

Solo pequeñas diferencias aparecen entre nosotros. No poseemos amígdalas y nuestro órgano de fonación se atrofia de forma que el glotis humano terrestre desaparece hacia los 14 años. Durante la infancia pues, podemos hablar normalmente, expresando nuestros pensamientos por vía fónica (medio transmisor acústico: aire). El lenguaje que empleamos es sin embargo radicalmente distinto al vuestro. Podríamos llamarlo BI-LENGUAJE. Por ejemplo; cuando emitimos unos fonemas tales como OA DO DO IA KAAWAEA UMMO UMMO UMMO, expresamos dos corrientes de ideas simultáneamente.

OA = Hemos realizado este viaje

DO = y procedemos de

IA KAAWAEA = para estudiar vuestra cultura

UMMO = planeta nuestro.

Pero al mismo tiempo observarán que repetimos cada fonema, dos, tres, cinco, etc., veces. Esto constituye a su vez un nuevo código o lenguaje que se superpone a la otra expresión verbal. La interpretación de este lenguaje es de tipo estadístico matemático (función del número de repeticiones del fonema) con lo que expresamos otro pensamiento al mismo tiempo. En el caso citado, decimos aproximadamente:

Realizamos este viaje procedentes de UMMO para estudiar vuestra cultura, y

No pensamos hacerles ningún daño, tranquilícense.

Otro ejemplo:

DO UMMO DO DO UMMO UMMO DO DO DO

Procedemos de UMMO, y

Hemos llegado con nuestra nave sur de Francia.

Si hubiésemos emitido así nuestra voz:

DO UMMO UMMO DO DO UMMO

Procedemos de UMMO

Necesitamos urgente alimentación.

En nuestras “escuelas” pues, los niños aprenden simultáneamente dos disciplinas científicas cuando un mismo profesor les explica al hablar, dos conferencias de distinta naturaleza.

Hacia los 14-16 años de su vida, las cuerdas vocales del niño sufren un proceso de esclerosis que les deja fisiológicamente “mudos”, pero es que para entonces va desarrollándose la facultad de transmitir nuestro pensamiento por medio de la función que Vds. llaman “PSI” es decir, telepáticamente. Esto lo hacemos concentrando en el campo de nuestra conciencia la imagen mental de nuestro interlocutor (aunque esté a varios KOOAE -un KOOAE = 8,71 Km.-) y enviándole impulsos telepáticos, cada uno de los cuales dura 0,00014 segundos aproximadamente. A estos impulsos les llamamos en PSICOBIOLOGIA “BUAE BIEEE”.

Un código también BI-LINGUAL permite mantener dobles conversaciones con cualquiera de nuestros semejantes.

Existen entre nosotros terribles enfermedades desconocidas para Vds. por ejemplo, la llamada OANEEA-IAWA-OAI en que el sujeto sufre un trastorno de sus facultades NOI-OAI (llamadas por la ciencia parapsicológica terrestre, función PSI), y emite en forma desordenada y a gran frecuencia millones de impulsos BUAE BIEEE a cientos de miles de seres de UMMO, algo así como si una emisora de Vds. se trastornase y emitiese a todas las frecuencias, captando millones de receptores sus locas interferencias.

La única solución estriba en localizar al enfermo y provocarle la muerte por GOOAIE SAWA (una especie de haz de microondas de gran energía que destruye los centros nerviosos ISIAGEE IA del encéfalo).

Los primeros años de nuestra humanidad, el desarrollo de la cultura fue frenado por la acción alienante de estos pobres enfermos que alucinaban a nuestros antepasados con sus horribles “gritos telepáticos “.

(CONTINUAREMOS MENSAJE)

Un juego de rol

Podemos imaginarnos a Sesma dividido ante esto entre su deseo de creer -Ortuño, cuando se hace pasar por mensajero de los “ummitas” llevando las fotografías tridimensionales, dirá que vio a Sesma muy emocionado y enseñando las “pruebas” a su familia- y un inicial y sano escepticismo -el que le lleva a plantearse lo de una “broma organizada”, por ahí iban los tiros-. Pesó más la buena “organización” de la broma y la predisposición, de hecho favorable, de Sesma de ser contactado. De esa manera comenzó un engranaje que recuerda bastante a la elaboración y ejecución de un juego de rol.

El director de la partida será José Luis Jordán Peña -por lo que sabemos y a pesar de todas las luces y sombras que su confesado papel arroja-, tendrá colaboradores conscientes como Vicente Ortuño y otros y, sobre todo, tendrá sus particulares “ratones de laboratorio” en el grupo de corresponsales -a los que se unirán investigadores del fenómeno OVNI como Antonio Ribera- de buena fe que constituirán su “muestrario sociológico” principal y que, a despecho de Jordán Peña, no se comportarán de manera sectaria -no el grupo de Madrid ni los grupos de corresponsales españoles- sino que más bien les guiará una especie de “credulidad cientifista”, es decir, ausente de componente esotérico-religioso -especialmente ausente la dimensión religiosa-.

Jordán Peña realiza las funciones de “director de juego” en su partida de rol, ésta se compone de personajes jugadores conscientes -los colaboradores de Jordán y él mismo cuando juega el papel de corresponsal y miembro del grupo Madrid-, de personajes jugadores inconscientes -la totalidad de los engañados por el fraude- y de los personajes no jugadores y la ambientación. Estos dos últimos puntos van a cargo de Jordán Peña como director de juego que es.

La siguiente definición -extraída de la tesis doctoral de Héctor Sevillano Pareja sobre juegos de rol- del papel de director de juego o “master” puede servir para ilustrar el rol de Jordán Peña en su peculiar juego de rol:

el master recibe múltiples nombres (…) sirve para designar a la persona que dirige la aventura o la campaña que los personajes han de jugar. Su trabajo consiste en desarrollar la historia, también se encarga de interpretar a los pnjs (representa los papeles secundarios), de ayudar a los pjs en la realización de fichas, de aplicar las reglas y de moderar en cualquier disputa que se produzca sobre ellas y de describir los encuentros, escenas, paisajes, personajes jugadores y no jugadores. Otras palabras que definen este cometido son las de narrador, vigilante, director de juego (abreviado en dj), árbitro, etc, la variedad de términos viene dada porque cada sistema de juego suele denominar a esta figura de un modo distinto.

También tiene la misión de ayudar a los jugadores, explicando el sistema de juego, controlando el tiempo de duración de una partida, la dificultad de la misma, seleccionando el juego al que jugar, dando experiencia y recompensas, etc. Normalmente se encarga de leer los diferentes manuales, que le sirven para poder realizar la aventura, conforme a las reglas del juego y que posteriormente disfrutaran los jugadores (...).

El master sólo actúa como espectador, ni salva ni mata al personaje, para bien o para mal el jugador labra su suerte. Un master debe saber que las aventuras que idee nunca saldrán como él espera, al fin y al cabo los jugadores tienen libertad de acción.”

A buena parte del “affaire” Ummo cabría aplicarle más de un presupuesto del funcionamiento de los juegos de rol, incluyendo las teorías sobre los mismos y sus principios derivados (The Threefold Model, The Big Model, The Process Model, el principio de Iumpley...)

José Luis Jordán Peña no cejará en el empeño de conseguir un grupo con tintes esoterizantes, religiosos y sectarios, pero tendrá que dar una vuelta de rosca, que no dejará de ser secundaria, y potenciar -ya del todo directamente- un par de grupúsculos fundados por él -uno llamado “Pirophos”, en honor de una imaginaria deidad, y el otro una secta de corte hinduista-, de tintes más oscuros e incluso degradantes -siguiendo algo de los confesados motivos de explorar el sado-masoquismo por parte de Jordán Peña, situándose él en posición de poder-, pero eso será más adelante. Por ahora nos encontramos en los momentos iniciales de la aparición en escena -nunca mejor dicho- de los “ummitas”, y de las emociones de Sesma que pronto serán compartidas por sus contertulios de ”La Ballena Alegre”. Comienza el juego.


Jorge Romero Gil


Bibliografía

Aguirre, J.: Compilación de las cartas ummitas (en tres tomos)

Benítez, J.J: El hombre que susurraba a los ummitas, Editorial Planeta, Barcelona, 2007.

Carballal, M.: El caso Ummo: sectas, ovnis, sexo y servicios secretos, El ojo crítico (blog)

González Manso, L.R.: “Ummo, el planeta de los corresponsales anónimos”, Revista Magonia, 47, octubre de 1993.

Ribera, A.: El misterio de Ummo, Editorial Plaza & Janés, Barcelona, 1979

Ribera, A.: Ummo: la increíble verdad, Editorial Plaza & Janés, Barcelona, 1985

Ribera, A.: Ummo informa a la Tierra, Editorial Plaza & Janés, Barcelona, 1987

Ribera, A. y Beorlegui, J.: El secreto de Urantia. Ni caballos ni troyanos, Ediciones Obelisco, Barcelona, 1988.

Sevillano Pareja, H.: Estudio del sector editorial de los juegos de rol en España: historia, tipología, perfil del lector, del autor, del traductor y del editor. Salamanca, 2008

www.ummo-ciencias.org: Las cartas de Ummo



miércoles, 25 de julio de 2012

Agartha y la tierra hueca (III)




La idea de la tierra hueca no deja de ser sino la transformación de un mito oriental –a caballo del chamanismo, el budismo y el hinduismo, siendo los “lugares telúricos” los que se relacionan más con el primero de ellos- en mito occidental. Mito que pierde sus raíces originales –el carácter de fin de ciclo de la epopeya hinduista o el carácter de lugar mágico y “sacro” del chamanismo- y que generará sus propias fuentes y, en ocasiones, raíces –no será extraña a la difusión de la idea de la tierra hueca la mención de referencias bíblicas o relacionadas con ellas-. También aparecerá –¡como no!- la muy occidental cuestión del fenómeno OVNI, digamos que no quedarán muchos elementos del imaginario fantástico del Occidente moderno fuera del asunto.

Esoterismo clásico y esoterismo "cientifista"

Cabe diferenciar dos aproximaciones diferentes a la Tierra hueca, por un lado nos encontramos con el esoterismo clásico occidental, el de fines del siglo XIX e inicios del XX, que recurre a cosas como las “canalizaciones” –relacionado con la idea de mediumnidad- a la hora de basar sus teóricos descubrimientos, y lo que podríamos llamar el entorno “cientifista” que invariablemente recurre a supuestas expediciones de descubrimiento que o bien son secretas o bien se han silenciado por los poderes establecidos, en estas expediciones siempre aparece la figura del intrépido explorador, aquí nos encontramos con hechos apócrifos vinculados a personas reales o bien con hechos apócrifos vinculados a personajes respecto a los cuales no se puede constatar siquiera su realidad. 

En uno y otro caso queda patente la ausencia de pruebas reales en las que apoyar sus afirmaciones, resulta obvio que la “canalización” y la “mediumnidad” no constituyen ningún argumento solido, no más allá de la fe que se desee depositar en ellas; por lo que hace a los “cientifistas” a lo sumo puede hablarse de anécdotas puramente circunstanciales sobre las que se construyen elaboradas teorías, siempre reposando en pruebas secretas o que han sido secuestradas por los que se empeñan en “ocultar la verdad”. No obstante, resultan interesantes las construcciones de esos mundos artificiales –porque son fruto de un artificio, de un “constructo”-, como se describen estos y, en ocasiones, como se describe el proceso de su “descubrimiento”, en muchas ocasiones con exploraciones fantásticas incluidas.

En otros artículos ya se ha abordado la perspectiva esotérica u ocultista clásica “pura”, las visiones “cientifistas” de la “tierra hueca” se desarrollarán en su plenitud básicamente en la segunda mitad del siglo XX, si bien tiene antecedentes anteriores o recurre a supuestos hechos anteriores. De hecho en la literatura se encuentran algunos planteamientos que siendo fantásticos presentan una imagen “científica”, es el caso de la famosa novela “Viaje al centro de la Tierra” de Julio Verne, igualmente puede retrotraerse a ilustres defensores como el astrónomo británico del siglo XVII Sir Edmund Halley, que lanzó la idea de que la Tierra era hueca.

La diferencia entre las leyendas subterráneas de Agartha, presentadas por ocultistas y/o aventureros, y la llamada “teoría de la Tierra hueca”, es que la primera no necesariamente –y se diría que no mayoritariamente- precisa que el planeta sea hueco, nos presenta un mundo oculto en subterráneos pero eso no desdice de la solidez del planeta en sí, digamos que lo único que precisa es “implantar” cavernas en el subsuelo más grandes y puede que más profundas de las ya conocidas y, muchas de ellas, explorada por los espeleólogos; mientras que la segunda necesariamente se refiere a un globo terrestre casi en sentido estricto, pues su interior –como en los globos aeroestáticos- es hueco, completamente hueco, siendo la parte solida tan solo la corteza, habitada tanto en su interior como su exterior, a la que cabría añadir como parte “solida” el supuesto “Sol interior”, un “Sol” a escala que haría las veces de luminaria para las tierras interiores y de núcleo del planeta.

Así, pues, tenemos la imagen a grandes rasgos de lo que debiera ser esa “Tierra hueca”, nos falta añadir que sus defensores afirman que existen dos grandes puntos de entrada y salida de la misma –amén de otras posibles entradas secundarias, a partir de cavernas y similares-, estos serían los dos polos, que se imaginan como dos gigantescos agujeros que se abren hacia el interior del Planeta. 

La conspiración necesaria para explicar la falta de pruebas

A la pregunta de ¿dónde están las imágenes? Se responde que éstas están censuradas, y se pone como prueba un hecho cierto pero circunstancial, que es que en las imágenes satélite de los casquetes ártico y antártico los polos geográficos estrictos aparecen ocultos por algún elemento que corta la imagen –un círculo, una estrella, una mancha, etc.-.

Lo cierto es que en general ésta es una práctica habitual –casi se podría decir “clásica”- tanto en las imágenes de satélite como de las fotografías aéreas, en todas ellas las autoridades militares condicionan el resultado de algunos elementos de la foto o imagen que se consideran estratégicos o de interés militar, disimulando los mismos o tapándolos directamente con una mancha que impida su visualización. Ciertamente cabe preguntarse sobre la efectividad real de una medida que, como mínimo, parece indicar a posibles adversarios que… allí hay algo de interés militar, ergo… un objetivo.

Esta práctica o imposición, de explicación sumamente prosaica, es perfectamente conocida por geógrafos, cartógrafos y otros profesionales relacionados con temas territoriales y espaciales. En realidad lo único que nos dicen esas “no imágenes” polares es que en los polos algo se considera de importancia estratégica –relacionada o no con lo militar- por parte de las autoridades nacionales a las cuales se ajustan los autores o difusores de esas imágenes. Ni más ni menos.

Si como prueba “negativa” los defensores de la “Tierra hueca” presentan cosas como la ausencia de imágenes de los polos, como prueba “positiva” presentan diferentes anécdotas, más o menos creíbles, de protagonistas antiguos o anónimos y, sobre todo, historias que podemos denominar “apócrifas” de personas reales, con cierto prestigio en su campo o conocidas en su momento, que acaban por convertirse en personajes de la “saga de la Tierra hueca”.

La figura de Richard E. Byrd

El paradigma de esta situación es el explorador y marino estadounidense Richard E. Byrd, cuya figura será utilizada en una doble vertiente “misteriosa”, la que aquí tratamos de la “Tierra hueca” y la de presuntas, secretas y avanzadísimas bases… del Tercer Reich, que en ocasiones aparecen en la Antártida “por libre” y en otras versiones se relacionan también con la “Tierra hueca” –esa vinculación la realiza, por ejemplo, el chileno Miguel Serrano en su más que curiosa obra literaria “místico-mistérico-nazi”-. El caso es que el almirante Byrd o bien explora la “Tierra hueca”, o bien se enfrenta a un poder oculto nacionalsocialista, o… ambas cosas. Ciertamente el “curriculum” apócrifo del almirante Byrd supera al ya notable “curriculum” oficial del mismo.

Lo primero que se observa al leer los supuestos diarios apócrifos de Byrd es una notable diferencia de estilo –además de contenidos, naturalmente- a los diarios reales y conocidos del almirante Byrd en su faceta de explorador, si tomamos, por ejemplo, el diario de su viaje antártico de 1934, dónde pasó todo el invierno en ese continente, vemos que no es preciso incentivar con fantasías la aventura del explorador Byrd, resulta emocionante leer su diario –muchísimo más detallado y convincente que los apócrifos- y captar el riesgo y la emoción del viaje real, también la tensión, pues Byrd, en 1934, tuvo su vida en serio peligro. Un brillante artículo de Marcelo Dos Santos recoge esos hechos profusa y concienzudamente.

Pero volviendo al Byrd de la ciencia-ficción nos encontramos con el buen almirante metido en cada uno de sus viajes polares –al norte y al sur- introduciéndose en la “Tierra hueca”, aquí presentamos un fragmento de los supuestos diarios, se supone que aconteció en un vuelo sobre el ártico efectuado en febrero de 1947:

“Las condiciones de vuelo son de nuevo buenas. Se pueden ver enormes masas de nieve y hielo bajo nosotros.

Notamos en la nieve bajo nosotros un tono amarillento. Ese cambio de color sigue un patrón preciso.

Descendemos para poder observar mejor este fenómeno.

Ahora podemos reconocer distintos colores. Vemos también patrones rojos y lila.

Sobrevolamos la región otras dos veces, y después volvemos al curso en que estábamos.

Volvemos a chequear la posición con nuestra base.

Transmitimos todas las informaciones referentes a los patrones y a los cambios de color del hielo y la nieve.

Nuestras brújulas se han vuelto locas.

Ambas, la brújula giroscópica y la brújula magnética, giran y vibran.

Ya no podemos comprobar nuestra posición y dirección con nuestros instrumentos.

Sólo nos queda la brújula solar. Con ella podemos mantener la dirección.

Todos los instrumentos funcionan titubeantemente y extremadamente lentos.

Sin embargo no podemos determinar una congelación. Podemos distinguir montañas ante nosotros.

Nos situamos a 2.950 pies (aprox. 900 metros). De nuevo tenemos fuertes turbulencias.

Hace 29 minutos que hemos visto las montañas por primera vez.

No nos hemos equivocado. Es toda una cadena montañosa.

No es especialmente grande. Nunca ante la había visto.

Entretanto estamos directamente sobre la cadena montañosa.

Seguimos volando en línea recta, siempre en dirección norte.

Tras la cadena montañosa hay verdaderamente un pequeño valle.

A través del valle serpentea un río.

Estamos asombrados: aquí no puede haber un valle verde.

Aquí hay cosas que no concuerdan.

Bajo nosotros debería haber masas de hielo y nieve.

A babor las pendientes de las montañas arboladas con altos árboles.

Toda nuestra navegación ha dejado de funcionar.

La brújula giroscópica se balancea continuamente en un ir y venir.

Desciendo ahora a 1.550 pies (aprox. 470 metros).

Hago girar acusadamente al avión hacia la izquierda.

Ahora puedo ver mejor el valle bajo nosotros.

Sí, es verde.

Está cubierto de árboles y zonas de musgo.

Aquí dominan otras condiciones de iluminación.

En ningún lado puedo ver el sol.

Hacemos de nuevo una curva a la izquierda.

Ahora divisamos bajo nosotros un animal adulto.

Podría ser un elefante. ¡No! Es increíble, parece un mamut.

Pero de verdad es así. Tenemos bajo nosotros un mamut adulto.

Ahora bajo aún más.

Ahora estamos a una altura de 1.000 pies (aprox. 305 metros).

Observamos al animal con los prismáticos.

Ahora es seguro - es un mamut o un animal que se le parece mucho al mamut.

Radiamos las observaciones a la base.

Sobrevolamos entretanto otras montañas más pequeñas.

Yo estoy mientras tanto totalmente asombrado.

Aquí hay cosas que no concuerdan.

Todos los instrumentos vuelven a funcionar.

Empieza a hacer calor.

El indicador nos dice que estamos a 74 grados Fahrenheit (aprox. 23º C)

Mantenemos nuestro curso.

Ya no podemos localizar a nuestra base, puesto que la radio ha dejado de funcionar.

El terreno bajo nosotros se vuelve cada vez más plano.”

Poco después de eso el aparato de Byrd es interceptado y dirigido a una maravillosa ciudad, escoltado por un par de platillos volantes, y Byrd es llevado ante un supuesto maestro mientras su copiloto queda a la espera, el maestro da el consabido mensaje de advertencia apocalíptica para que el almirante lo transmita y Byrd es devuelto a su nave regresando a su base de operaciones. El colofón es una reunión en el Pentágono, en Washington, dónde se conmina a Byrd a guardar en secreto sus experiencias y el mensaje en cuestión, cosa que se supone que Byrd hace a pesar suyo, dada la difusión de este y otros diarios apócrifos cabe dudar del empeño puesto en el éxito del secretismo.

Curiosamente el mismo relato se sitúa en ocasiones en el ártico –como sucede en la versión citada anteriormente- o en el antártico, parece que Byrd, en ese mes de febrero de 1947, tenía el don de la ubicuidad –o de la bilocación- y estaba en dos lugares al mismo tiempo, lugares que, además distaban entre sí la totalidad del planeta…

Debemos suponer que las versiones “árticas” son un apócrifo del apócrifo, puesto que en febrero de 1947 Byrd participaba en la Operación Highjump –dirigía las labores de exploración y científicas pero no estaba al mando de la fuerza, como a veces erróneamente se indica, quién tenía el mando militar de las operaciones era el contralmirante Richard H. Cruzen-. Ni que decir tiene que la Operación Highjump no registra para nada esos “vuelos personales” de Byrd, que dirigía parte de las operaciones pero no las protagonizaba personalmente.

Esta operación también encontrará su versión en el campo de lo fantástico, así tenemos de ella dos perspectivas “mistéricas”, una que afirma que la misma se dirigió contra una base secreta nazi de avanzadísima tecnología (sic), y otra que sitúa como objetivo de la misma el contacto, precisamente, con los habitantes de la “Tierra hueca” (también podemos decir “sic” al respecto). La cuestión nazi no entra en el tema que aquí exponemos pero, probablemente, merecería su propio tema, baste decir por ahora que las especulaciones de miles de bajas y de numerosos daños en aviones y navíos de la Task Force son completamente infundadas. La expedición registró limitadas perdidas –la principal a causa del accidente de un avión que participaba en las operaciones, en el que murieron tres de los nueve tripulantes- y daños en un submarino a causa de los hielos, nada más.

En realidad Byrd intentó sobrevolar el Polo Norte en mayo de 1926, Byrd afirmó haberlo conseguido pero se cuestionó el resultado, en absoluto por algo misterioso, más bien por algo tan prosaico como una fuga de aceite en el motor del avión que le obligó a dar la vuelta antes de alcanzar su objetivo, no obstante Byrd afirmó haberlo logrado. La primera expedición a la Antártida de Byrd se realiza entre 1928 y 1930, durante ésta sí que realiza un vuelo hacia el Polo Sur, el 28 de noviembre de 1929, junto con el piloto Bernt Balchen, el encargado de la radio Harold June, y el fotógrafo Ashley McKinley , volaron en un trimotor Ford hasta el polo y regresaron en 18 horas y 41 minutos. En esta expedición participaron dos buques y tres aviones. Byrd realizó cuatro expediciones a la Antártida más de 1933-35, 1939-40, 1946-47 y 1955-56, tan solo las tres últimas fueron realizadas con el patrocinio o el encargo del gobierno de los Estados Unidos, las anteriores a estas fueron no gubernamentales.

La "Tierra hueca" y el esoterismo neonazi

Curiosamente el esoterismo de ideología o simpatías nacionalsocialista se encontrará detrás de bastantes de estas difusiones apócrifas de supuestos relatos de Byrd o de otras personas sobre la “Tierra hueca”, por supuesto no todo aquel que apoya las mismas tiene relación con el nacionalsocialismo, sí lo suelen tener los que oscilan entre los “ovnis nazis”, las “megabases” alemanas en la Antártida y la “Tierra hueca”.

Un buen ejemplo de esto es el ya citado Miguel Serrano y su obra “El cordón dorado”, dónde podemos encontrar pasajes como los siguientes:

“La tierra esta hendida en sus dos extremos y se curva al interior, de modo que si alguien sobrepasa los 83 grados de latitud, al norte o al sur, sin saberlo se hallara en el interior del planeta. La fuerza de gravedad se ubica en el centro de la corteza terrestre, que tiene un espesor de 800 millas. Mas allá esta el aire, el hueco interior de la tierra. La corteza, en su reverso, constituiría continentes y mares, bosques, montañas, ríos, habitados por una raza superior que entro allí en tiempos remotos y que serán los hiperbóreos de la leyenda.

Su civilización es mucho mas avanzada que la de la superficie y algunos de sus Guías mantienen el contacto con muy pocos de los de "aquí". Allí estarían la Agharta y Shambdlah sumergidas (Agharta quiere decir "inaccesible" en sánscrito), de las que hablan tibetanos y mongoles, como sedes del Rey del Mundo, y el "Reino del Preste Juan", y el Oriente simbólico de los templarios y de los auténticos rosacruces. Allí habrían ido, entonces, los dirigentes desconocidos de ambas Ordenes y los de la Organización esotérica hitleriana. Desde allí, Hitler recibiría instrucciones (…)

El clima adentro es equilibrado, como lo fuera el de la tierra exterior antes de la desviación de su eje y del trastrueque de los polos. Es decir, aun existe allí la Edad Áurea, Solar. En el centro del hueco interior hay un sol, mas pequeño que el nuestro de afuera. Como la fuerza de gravedad es menor adentro, la estatura será gigantesca y existe una enorme longevidad. Hitler aun vive, rejuvenecido. Quien allí llegue tendrá la impresión de haber caído en la eternidad, "en un continente encantado, en el cielo (…).

Si se entra en la tierra, no se nota. Porque aun cuando se este allí en la posición inversa a la de la superficie, la sensación es siempre la de permanecer arriba. Se debe a que el centro de gravedad se halla en el medio de la corteza. Nosotros tampoco nos sentimos pendiendo cabeza abajo en el cosmos, aunque lo estemos en la realidad. Tampoco un navegante sabe que va circunnavegando la tierra, le parece ir siempre en línea recta; lo mismo le sucede a un aviador. Para saber, además, donde se halla el norte o el sur, un explorador que ha sobrepasado los grados de latitudes mencionados, deberá caminar en cualquiera dirección, que no sea hacia el interior, alejándose del Circulo Magnético, hasta que la brújula vuelva a sus cabales y pueda otra vez marcar el Norte, sin esa tendencia excéntrica, hacia arriba. Si no fuese así, es que avanzamos hacia el interior; nos ha sido dado penetrar en otro Universo.

Pero, ¿es esto posible? ¿Permitirán los de "allá" avanzar en sus dominios?

Las aberturas polares impiden la coincidencia de los polos magnéticos y geográficos. la tierra no es sólida, sino hueca.(...)

Se afirma que hay otras entradas al mundo subterráneo, además de los Polos: en el Sinkiang chino, en el Gobi, en el Tibet, en el Monte Kailas, en los Transhimalaya, en Montségur, en Mont Saint-Michel, en los Pirineos, en el Pico Sacro, frente a Santiago de Compostela, en Islandia, por el cráter del volcán apagado Snaefelsjokull, bajo la Esfinge, en Egipto, en Guatemala, en Perú, en Brasil, en el norte de Chile, en la Patagonia, en el Monte Milimoyu, en los oasis antárticos y también en la cordillera central de los Andes, donde yo viera a los gigantes descritos en "Ni por Mar ni por Tierra" y en "La Serpiente del Paraíso".

La Esfinge y las pirámides serían los "icebergs del desierto". Es decir, lo que aparece como visible es muy poco en comparación con lo que va debajo de la superficie. Estarían asentados en un mundo subterráneo conectado con pasillos, templos, ciudades de un pasado remotísimo, que dan al "otro lado" o interior de la esfera. La imagen simbólica visible seria como la cima de una montaña o como la copa de un árbol. Si esos icebergs dieran también vueltas de campana, lo que subiría seria un mundo ignorado por edades y que nos aportaría la escritura lineal del Egipto pre-Antiguo del que nos habla Wirth, anterior al jeroglífico y al ideograma, la clave de todos los símbolos, mitos, leyendas y religiones. La ciencia de la mutación y transfiguración del universo. La Otra Ciencia. El Libro de Tot. Hay quienes afirman que no solo en la superficie interior de la corteza existen ciudades y mundos habitados. Existirían también dentro de la corteza, en una suerte de capas sucesivas, unidas por galerías, pasillos y túneles subterráneos. A estas regiones habrían dado los túneles de la ciudad de Tiahuanaco (Tia = Dios) y el sistema de pasillos ocultos y subterráneos que existirían en el norte de Chile. Los habitantes de estas ciudades no tienen ojos como nosotros, sino cuencas profundas.”

Como no podía ser de otra manera, Serrano, también nos habla de Byrd, repite lo ya conocido y apócrifo, tanto de las supuestas entradas del almirante al mundo interior a través de los polos, como el no menos supuesto combate de la flota de la Operación Highjump con enemigos fabulosos en los hielos de la Antártida -sean nazis con platillos volantes, sean “agarthianos” con esos mismos aparatos-.

En cierta medida –y aunque sea a través del reino de la fantasía- vienen a esperar que los anhelos de Heinrich Himmler de localizar a los “Superiores Desconocidos” o sus oponentes bajo los hielos y/o el subsuelo se hubiese producido. 

La "Tierra hueca" y los platillos volantes

La relación entre los platillos volantes y la “Tierra hueca” –o, más concretamente, con sus adelantadísimos habitantes- también se establece fuera del esoterismo nazi posterior a la Segunda Guerra Mundial, digamos que entre el esoterismo sin adjetivar y entre el esoterismo “cientifista”. Este último tiene necesidad de buscar “pruebas” que aparenten ser “científicas” o, cuando menos, “empíricas”, algunos de sus representantes quieren muy expresamente desmarcarse de lo más “esoterizante”, consiguiéndolo en mayor o menor grado, pero sucede que, al fin y al cabo, acaban por reproducir los mismos lugares comunes, cosa ni buena ni mala, sencillamente inevitable al tratar idénticos temas.

Todos los caminos que nos conducen desde los Ovnis hasta la “Tierra hueca” parece que pasan por el mismo nombre, el ufólogo estadounidense Ray Palmer, editor de la revista “Flying  Saucers”. A diferencia de otros colegas suyos, Palmer, sostuvo la hipótesis de que los platillos volantes no tenían un origen extraterrestre sino intraterrestre, a esa tesis se abonó también el ufologo Gray Barker. Curiosamente aquí nos encontramos con otra de esas conexiones entre los “cientifistas ufologos” y el mundo esotérico tradicional, pues Palmer, a partir de un libro de O. C. Huguenin, se tropezó con la idea “intraterrena” de la mano del presidente de la Sociedad Teosófica de Brasil, Enrique José de Souza, así que podría decirse que la Agartha y Shambhala de Madame Blavatsky y Nikolai Roerich reaparecía junto al fenómeno Ovni.

"Mapas" y descripciones de la "Tierra hueca"

La “Tierra hueca” tiene sus mapas, esto puede parecer sorprendente pero no lo es necesariamente, a fin de cuentas un mapa es una forma determinada de lenguaje, con un acusado sentido de la descripción, y nuestro tema ha sido profusamente descrito, así que, en puridad, se puede cartografiar, dependerá de las descripciones utilizadas la mayor o menor posibilidad de detalle.

El primer elemento común que encontramos es el situar en los polos las grandes entradas principales a ese universo interior, no siendo las únicas, quede claro, pero sí las más evidentes. El planeta se concibe más como una especie de “rosca” que como una esfera, el agujero que define la rosca sería, precisamente, las entradas principales al mundo interior, es decir los polos. La corteza terrestre se describe como una cáscara de iguales características en su anverso y reverso. En el centro del “rosco” terrestre se situaría un sol interno que vendría a hacer las funciones de núcleo respecto al planeta y de luminaria en relación a las tierras internas de la corteza.
Este esquema es el que se presenta por diversos autores que, desde finales del siglo XIX y principios del XX, defienden que la Tierra es hueca, como William Reed o Marshall B. Gardner.

A esto se añade diverso nivel de detalle que posteriormente se incluye en descripciones de las supuestas masas de tierra y mares que conformarían el mundo del interior de la corteza. En ese mundo se sitúa la ciudad de Shambhala, las “tierras de las razas avanzadas”, diferentes bahías y un cierto número de ciudades repartidas entre esa tierra interna y en cavidades del interior de la corteza terrestre. Según que esquema de ese mundo interno se consulte hasta se sitúan “bases espaciales” desde las que saldrían naves hacia el espacio exterior.

Estos mapas más “detallados” –aunque siempre de una escala muy pequeña-, basan sus informaciones en la imaginación del autor o autores, en ocasiones basados en relatos de difícil identificación que, por otro lado, son aderezados por la interpretación de quién confecciona esas geografías.

A nivel de descripción paisajística, en la medida que existe, se presenta una fauna y una flora exuberantes, generalmente con elementos pintorescos y propios de entornos fantásticos y/o pasados, así parece que la figura del “Mamut” es casi omnipresente y, tal vez en menor grado, la de los grandes saurios que, en realidad, jamás convivieron con la presencia humana y muy escasamente con los primeros mamíferos. En estos puntos las descripciones paisajísticas pretendidamente “reales” coinciden curiosamente con  aquellas que nunca se han presentado fuera del mundo de la narrativa, el caso más claro y, posiblemente, uno de los más conocidos es el de la obra de Julio Verne “Viaje al centro de la Tierra”.

Ray Palmer cita una descripción de los “apócrifos” del almirante Byrd –que recuerda, en esta dimensión novelada, a la figura del capitán Grant de Verne- y se hace eco de las supuestas características de este mundo interior no explorado:

“Los dos vuelos del Almirante Byrd por encima de los dos polos prueban que hay algo raro en la forma de la tierra en ambas áreas. Byrd voló al Polo Norte, pero no se detuvo allí para dar la vuelta, sino que siguió 2.740 kilómetros más allá y luego siguió el mismo camino de vuelta a la base ártica (debido a la poca gasolina restante). A medida que hacía progresos más allá del punto del Polo, se veía tierra sin hielo, lagos, montañas cubiertas de árboles e, inclusive, se vio un animal monstruoso, parecido al mamut de la antigüedad, que se movía entre la vegetación. Los tripulantes del avión informaron todo esto por radio. El avión sobrevoló tierra, montañas, árboles, lagos y ríos por casi la totalidad de los 2.740 kilómetros.”

(Ray Palmer, citado por Raymond Bernard en “La Tierra hueca”, página 38)

Diarios secretos, exploradores solitarios, dados por locos –como Olaf Jansen- o forzados al silencio, siempre encontramos una pauta en todos los casos: las “pruebas” o son cosas puramente circunstanciales o teñidas de ambigüedad –como ciertas declaraciones reales del almirante Byrd, que bien pueden remitirse a los espacios helados normales y corrientes del Ártico y del Antártico- o bien son “apócrifas”, en todo caso rodeadas por una “conspiración de silencio” al estilo de los “hombres de negro” que, no obstante su dimensión y supuesta sofisticación, es periódicamente rota por “ufólogos”, parapsicólogos y esoteristas.

Lo cierto es que la idea de la “conspiración del silencio” es esencial y muy racional –nada paranoide- para quienes postulan seriamente la idea de una “Tierra hueca”, sencillamente de alguna manera se ha de sustentar no solo el desconocimiento de esa estructura “real” del Planeta, sino el éxito de la muy conocida estructura de la Tierra solida, estudiada en lo interno y lo externo por la Geodesia, la Geología y otras ciencias afines. Así las cosas la “conspiración de silencio” es necesaria porque es lo único que permite “racionalmente” apoyar las persistencia del misterio, lo escaso y perfilado de sus “pruebas” y la oficialidad y publicidad de su opuesto –en este caso una estructura solida de la Tierra, o, mejor dicho, “compacta”, el grado de solidez se define en realidad por el “coeficiente de viscosidad” que en su día manejó Alfred Wegener-.

Obsérvese que la “cuestión conspirativa” es precisa sobre todo por “ufólogos” y aquellos que se adhieren a los postulados “cientifistas” dentro de su muy heterodoxa postura, los teósofos, esotéricos y ocultistas precisan menos de eso, entre otras cosas porque remiten la “carga de la prueba” a cuestiones como la “canalización” y la “mediumnidad”.


Jorge Romero Gil


Bibliografía


Ariza, Francisco: “La Historia y la Geografía Sagradas en la obra de René Guénon”

Bernard, Raymond: La Tierra hueca

Blavatsky, Helena: Doctrina Secreta

Blavatsky, Helena: Isis desvelada

Guénon, René: El Rey del mundo

Ossendowski, Ferdinand: Bestias, hombres, dioses

Ossendowski, Ferdinand: El hombre y el misterio en Asia

Saint-Yves d’Alveydre, Alexandre: La misión de la India en Europa

Serrano, Miguel: El cordón dorado

Verne, Julio: Viaje al centro de la Tierra