En la “Doctrina
Secreta” Helena Blavatsky menciona los dominios subterráneos de Agartha , también lo hará
en otros lugares de su obra, como en “Isis desvelada”, una alusión clara de la
“Doctrina Secreta” es la que sigue:
“Ellos fueron los que comunicaron a los hombres
los secretos más extraños de la Naturaleza, y les revelaron la “palabra”
inefable, ahora perdida.
La “Isla” según se cree, existe hasta hoy día,
como un oasis rodeado por las espantosas soledades del Desierto de Gobi, cuyas
arenas “ningún pie ha hollado de humana memoria”.
Esta palabra, que no es palabra, ha circulado una
vez por todo el globo, y todavía languidece como un lejano y moribundo eco en
los corazones de algunos hombres privilegiados. Los hierofantes de todos los
Colegios Sacerdotales conocían la existencia de esta isla; pero la “palabra”
sólo era conocida del Java Aleim (Mahâ Chohan en otra lengua), o señor
principal de cada colegio, y era transmitida a su sucesor sólo en el momento de
la muerte. Había muchos de estos Colegios, y los autores clásicos antiguos
hablan de ellos...
No había comunicación alguna por mar con la
hermosa isla, pero pasajes subterráneos, solamente conocidos de los jefes
comunicaban con ella en todas direcciones .
La tradición asegura, y la Arqueología acepta la
verdad de la leyenda, que actualmente hay más de una ciudad floreciente en la
India construida sobre otras varias ciudades, constituyendo así una ciudad
subterránea de seis o siete pisos de altura. Delhi es una de ellas, Allahabad
es otra; y hasta en Europa se encuentran ejemplos, verbigracia, Florencia, la
cual está construida sobre varias ciudades etruscas y otras, difuntas. ¿Por
qué, pues, no han podido Ellora, Elefanta, Karli y Ajunta haber sido
construidas sobre laberintos y pasajes subterráneos como se asegura? Por
supuesto, no aludimos a las cavernas que todos los europeos conocen, ya sea de
visu o de oídas, a pesar de su mucha antigüedad, aunque hasta esto es discutido
por la arqueología moderna; sino al hecho conocido de los brahmanes iniciados
de la India y especialmente de los Yogis, de que no hay un templo-gruta en el
país que no tenga pasajes subterráneos corriendo en todas direcciones, y que
estas cavernas y corredores innumerables subterráneos tienen a su vez sus
subterráneos y corredores”.
Agartha y el esoterismo occidental
Alexandre
Saint-Yves d'Alveydre se encarga de hablar de Agartha en sus obra “La misión de
la India en Europa”, este marqués y ocultista se acerca al tema por la vía de
la revelación, solo que según nos explica en su caso no es “mediumnica” sino
verbal, d’Alveydre relata que un supuesto príncipe afgano acompañado de otras
dos personas hacen labores de emisarios del reino de Agartha confiándole cierta
cantidad de información. La naturaleza no “mediumnica” de su conocimiento de
Agartha la refiere Saint-Yves d’Alveydre en “La misión de la India en Europa”:
“No debo mi iluminación sinárquica sobre
el pasado y sobre el presente a la voluntad de ningún iniciado asiático
actualmente vivo, sino a unas cuantas indicaciones de un augusto fallecido”.
Y poco después comienza su descripción
de Agartha:
“¿Dónde está el Agarttha? ¿En qué lugar preciso
se encuentra? ¿Por qué caminos hay que andar, y qué pueblos hay que atravesar
para llegar hasta allí? (...) En la superficie y en las entrañas de la tierra
la extensión real del Agarttha desafía la opresión y la coacción de la
profanación y de la violencia.
Si hablar de América, cuyo subsuelo ignorado le
ha pertenecido desde la más alta antigüedad, tan sólo en Asia, cerca de
quinientos millones de hombres conocen más o menos su existencia y su
extensión.
Pero no se encontrará ni un solo traidor entre
ellos, para indicar la situación precisa en que se encuentran su Consejo de
Dios y su Consejo de los Dioses, su cabeza pontificial y su corazón jurídico.
Si pese a todo esto ocurriera, si pese a sus
numerosos y terribles defensores fuese invadida, cualquier ejército invasor,
aunque estuviese compuesto por un millón de hombres, vería renovarse la
atronadora respuesta del templo de Delfos a las incontables hordas de los
sátrapas persas.
Pidiendo ayuda a las Potencias cósmicas de la
Tierra y del Cielo, incluso vencidos, los Templarios y los confederados del
Agarttha, podrían, si fuese necesario, hacer estallar parte del Planeta, y
tritura con un cataclismo y los profanadores, y su patria de origen.
Por estas causas científicas la parte central de
esta tierra santa nunca ha sido profanada pese al flujo y reflujo, a los
choques y engullimientos mutuos de los imperios militares, desde Babilonia
hasta el reino turanio de la Alta Tartaria, desde Susa hasta Pella, desde
Alejandría hasta Roma.
Antes de la expedición de Ram y el dominio de la
Raza blanca en Asia, la Metrópolis manávica tenía por centro Ayodhya, la Ciudad
solar.
Decidiendo con buena vista el verdadero límite de
Europa con Asia, nuestro Gran Antepasado céltico, situó, en los lugares más
espléndidos de la Tierra, el Sagrado Colegio a cuya cabeza lo había llevado su
iniciación.
Las bibliotecas anteriores permanecieron
intactas, gracias a su propia ciencia, pese a todas las reformas intelectuales
y sociales que su luminosa iniciativa llevó a cabo.
Más de tres mil años después de Ram, y a partir
del cisma de Irshou, el centro universitario de la Sinarquía del Cordero y del
Camero sufrió un primer traslado, que no me conviene aclarar más.
Finalmente, casi catorce siglos después de
Irshou, poco tiempo después de Çakya Mouni, se decidió otro cambio de lugar.
Baste saber a mis lectores que, en algunas
regiones del Himalaya, entre veintidós templos que representan los veintidós
Arcanos de Hermes y las veintidós letras de ciertos alfabetos sagrados, el
Agarttha forma el Zero místico, el que no puede ser encontrado.
El Zero, es decir Todo o Nada, todo mediante la
Unidad armónica, nada sin ella, todo mediante la Sinarquía, nada mediante la
Anarquía.
El territorio sagrado del Agarttha es
independiente, organizado sinárquicamente y compuesto por una población que se
eleva a una cifra de casi veinte millones de almas.
La constitución de la Familia, con la igualdad de
sexos en el hogar, la organización de la Comuna, del Cantón y de las
circunscripciones que van desde la Provincia al Gobierno central, conservan aún
en toda su pureza la huella del genio celta de Ram injertado en la divina
sabiduría de las instituciones de Manou”.
Tanto
la obra de d’Alveydre como “Los hijos de Dios” –que también menciona Agartha-
de su compatriota Louis Jacolliot son consideradas en muchas ocasiones como
novelas puras y duras, es decir, obras de ficción sin pretensiones de otro
tipo, eso las diferenciaría de los escritos de Madame Blavatsky que tienen como
“leivmotiv” la transmisión de una gnosis determinada. Sea un caso o sea otro
encontramos aquí interpretaciones o reinterpretaciones de ciertas tradiciones
asiáticas, interpretaciones que, además, son llevadas a cabo por personas que
acaban de entrar en contacto –directamente o de oídas- con el conjunto de
creencias, leyendas y mitos del Tibet y de la India, con el lamaísmo y el
hinduismo, en un contexto de total falta de referencias previas por parte de la
cultura europea –en general el horizonte “mistico-misterioso” de Europa era
tradicionalmente el antiguo Egipto-. En ese sentido, tanto Saint-Yves
d’Alveydre como Jacolliot o como Helena Blavatsky han de elaborarlo todo a
partir de sus primeras impresiones, sin referencias previas y sin conocimiento
de las cosmovisiones de las culturas que “descubren”, en otras palabras: a su
manera reelaboran las cosas que van escuchando y acaban por generar su propio
sistema mítico. No nos hablan en sentido estricto de las leyendas o las
creencias de la India y el Asia Central, nos dan su propio “corpus
orientalizante” de las mismas, con indudables pinceladas sincréticas de los
sistemas conocidos más secularmente por Occidente, como el cristianismo o el
judaísmo.
Las
alusiones explicitas o implícitas de Shambhala y el desarrollo del tema de
Agartha parecen derivarse del papel de Shambala en el Kalachakra tantra propio
del budismo tántrico. Kalachakra es un término sanscrito que significa “Rueda
del Tiempo” o “Ciclo del Tiempo”, la palabra puede referirse a dos cosas, a la
divinidad tántrica Vajrayana o bien al texto escrito del Kalachakra Laghuntantra,
que reúne la filosofía y las prácticas de meditación del budismo vajrayana.
Shambhala
es un punto importante en la historia del Kalachakra, según se define en los
propios orígenes de esta vertiente budista el rey Suchandra de Shambhala se
dirigió a Buda para pedirle una forma de la enseñanza budista que le permitiera
practicar el Dharma sin tener que renunciar a sus responsabilidades y placeres
mundanos.
Buda
decidió atender la petición y enseñó el primer tantra raíz Kalachakra en
Dhanyakataka, una pequeña ciudad en Andhra Pradesh, en el sureste de India,
según los textos Gautama se apareció en ese lugar a través de una milagrosa
bilocación (aparecer en dos lugares, ya que al mismo tiempo enseñaba ese primer
tantra entregaba el discurso de los sutras Prajnaparamita en la montaña del
Pico del Buitre en Bihar.
Recibieron
esa especial enseñanza del budismo el rey Suchandra y noventa y seis emisarios
y reyes menores de Shambhala. Kalachakra permaneciió en Shambhala durante
siglos. Bajo los reyes Manjushrikirti y Pundarika se compilaron, condensaron y
simplificaron los textos del Kalachakra y recibieron el nombre de Sri
Kalachakra o Laghutantra, siendo su comentario principal el Vimalaprabha.
En
el Sri Kalachakra se alude a una profecía según la cual "El
Chakravartin aparecerá al final de los tiempos en la ciudad que los dioses
crearon en el Monte Kailash. Castigará entonces a los bárbaros dentro de la
batalla con su cuaternaria armada sobre toda la superficie de la tierra."
Lo que coincide tanto con la ubicación de la región sagrada del Bon de Tagzig
Olmo Lung Ring como con el Baghavata Purana en la descripción de una batalla
final entre el bien y el mal con su epicentro en Shambala.
A
partir de todo esto y con todo esto los ocultistas occidentales que, como
neófitos, entraron en contacto con el budismo tántrico, el hinduismo, sus
formas y sus leyendas generaron un sistema mítico que, en realidad, era nuevo y
propio, fruto del contacto, en definitiva, de dos culturas. En ese sentido
puede decirse que lo que nos ofrecen los esoteristas clásicos y que remiten a
la India o al Tibet no son creencias o conocimientos de estas culturas sino la
interpretación de alguno de esos puntos por parte de los autores que las
exponen muy a menudo, como se ha dicho, trufadas de elementos cristianos o
judíos propios de Occidente.
Por
otra parte la interpretación de alusiones más o menos apocalípticas –sean del
Baghavata Purana o del Sri Kalachakra- se realiza por dos vías, una literalista
que manifiesta que, efectivamente, junto a un fin de ciclo corresponderá una
batalla épica entre fuerzas del “bien y el mal” –siendo en ocasiones
ambivalente si Agartha y/o Shambhala representan a unas u a otras, ambivalencia
que, por otro lado, a veces recae en quienes se autoidentifican como “bien” o
“mal”-, siendo la otra vía la de la interpretación del texto en sentido
alegórico, según la cual el combate descrito en los textos es puramente
interior, espiritual y de “autocrecimiento” del individuo. En este último
sentido tanto el viaje a Shambhala como la lucha de Shambhala lo serían en una
dimensión puramente espiritual, no material.
Aún
teniendo esto presente un entusiasta discípulo de Helena Blavatsky llamado
Nikolai Roerich no dudo en embarcarse en una expedición que visitó la India, el
Tibet y Asia Central entre 1928 y 1929. El objetivo oficial de la expedición
era estudiar la botánica y etnología de la región así como dibujar sus
paisajes, pero en realidad Roerich pretendía localizar Shambhala o, cuando
menos, sus huellas. La expedición aseguró haber localizado Shambhala en los
montes Altai, como mínimo identificaron con esas estribaciones un punto de
conexión telúrica, podría decirse que un “lugar de poder”, un poco al estilo de
los que obsesionarían al jefe máximo de las SS Heinrich Himmler –no olvidemos
que el mito de Agartha también estaría omnipresente en el dirigente nazi-, esos
centros de poder telúricos no se sabe excesivamente bien en que se plasmarían
materialmente y, por otro lado, tampoco han sido capaces de definir eso quienes
afirman sentir esas conexiones más o menos espirituales o energéticas
relacionadas con esos sitios. El caso es que los seguidores teósofos de Roerich
considerarán los montes Altai como centro de Shambhala o del Shambhala, sea
conectándolos con éste sea considerando que Shambhala se encuentra
materialmente allí aunque oculto de alguna manera.
Roerich
y su esposa Helena acabarán por fundar lo que denominarán el agni yoga, que en
puridad será un derivado de la Teosofía de Madame Blavatsky, la base del agni
yoga serán las doctrinas teosóficas mezcladas con ciertos puntos budistas, pero
el vocabulario utilizado será más bien el propio del hinduismo y el ocultismo,
actuando como auténtico precedente de lo que será el New Age se formulará un
sincretismo de postulados budistas y ocultistas, con terminología hinduista
pero aderezado con figuras de la religiosidad tradicional de Occidente como
Jesús o del islam como Mahoma, que se considerarán “guías espirituales”-
Volviendo
a Agartha y Shambhala parece que Roerich acaba por inclinarse por la vía de un
lugar más espiritual que material, sitio de paz por antonomasia, y que cada
civilización describe un poco a su manera, su búsqueda seria la misma que la
búsqueda del grial y personajes como el emperador romano Constantino I o el
mítico Preste Juan habrían recibido mensajes de los maestros espirituales de
“la Misteriosa Morada Espiritual y Hermandad del Corazón de Asia”, es decir, de
Shambhala, con lo cual volvemos a una cierta ambigüedad sobre si Roerich
considera o no éste un lugar físico, de hecho, en la obra en que expone todo
esto “Shambhala: en busca de una nueva era”, publicada en 1930, llega a decir
que Shambhala se encuentra “al norte de la India”. En esa misma obra y para
redondear las conexiones entre tierras fabulosas Roerich insinúa una relación
entre Shambhala y la nórdica tierra perdida de Thule, cosa que, por otra parte,
hará también el esoterismo nacionalista alemán y que, desde él, pasará al
esoterismo nacionalsocialista, que, siguiendo esa estela nórdica, enlazará con
los hielos casi sagrados de la cosmogonía de Hörbiger, pero esto excede de lo
presentado por Roerich, que no entrará en ninguna cuestión de hegemonías o
superioridad raciales.
A
partir de Shambhala tenemos, pues, múltiples conexiones, unas vinculadas
totalmente con Agartha, otras parcialmente y otras en absoluto –de hecho Helena
Roerich, la esposa de Nikolai Roerich, dirá que es un error identificar de
alguna manera Shambhala con Agartha, diferenciando ambas ideas-. Lo cierto es
que Shambhala girará en el eje de distintas construcciones míticas, por un lado
la ya mencionada con la subterránea Agartha, por otro con Thule –situada en
ocasiones bajo las aguas, bajo los hielos e incluso, como Agartha, bajo
tierra-, por otro da pie a interpretaciones apocalípticas, por otro es lugar de
benovelencia, sabiduría y paz, por otro… suma y sigue, el misterio que envuelve
la idea de Shambhala da pie a todo eso y a más cosas, pero, hay que decir, que
en todas esas cosas a muy poco o nada del kalachakra del budismo tántrico, todo
eso son resultados espurios o sincréticos de las más o menos acertadas o
distorsionadas visiones occidentales de lo más accidental del mismo.
Cabe
señalar que en las obras de Saint-Yves d'Alveydre, de Helena Blavatsky, de
Roerich y en las referencias de otros ocultistas las alusiones a ese reino de
Agartha o Agarthi se ciñen más a la idea de “mundo subterráneo” –en el sentido
de cavernas, en cierto modo es como si hablásemos del “sótano”- que de “tierra
hueca”. Por esa vía se es más fiel a la letra de los mitos mongoles, tibetanos
e hindúes que a las visiones de “cientifistas” y ufólogos que, en puridad,
hablan de un interior de la Tierra estrictamente hueco, que contiene incluso un
pequeño Sol, a escala, en el centro de la misma, luminaria que daría su luz y
calor a los continentes y mares interiores.
Jorge Romero Gil
Bibliografía
Anónimo: Baghavata Purana
Ariza, Francisco: “La Historia y la Geografía Sagradas en la obra de René Guénon”
Blavatsky, Helena: Doctrina Secreta
Blavatsky, Helena: Isis desvelada
Guénon, René: El Rey del mundo
Ossendowski, Ferdinand: Bestias, hombres, dioses
Ossendowski, Ferdinand: El hombre y el misterio en Asia
Saint-Yves d’Alveydre, Alexandre: Arqueometro
Saint-Yves d’Alveydre, Alexandre: La misión de la India en Europa
Saint-Yves d’Alveydre, Alexandre: La teogonia de los patriarcas
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