miércoles, 14 de diciembre de 2011

Lectura en frío y falsa videncia




El método de la “lectura en frío” tiene que ver con falsos videntes y no menos falsos profetas. Quede claro que nos referimos a quién, sabiendo que no es ni una cosa ni otra, se disfrazan y se atribuyen poderes, conocimientos y cualidades que no tiene, suplen eso con la credulidad, la necesidad y el cinismo –en el peor sentido de su acepción, es decir, el no filosófico- y, también con una técnica: la lectura en frio.
Todo ello constituye un fraude –dependiendo de la variable y de cómo se presente éste estará tipificado o no, y tiene que ver con la hipotética adivinación o “visión” del futuro -respecto al presente de quién realiza la adivinación- o con la revelación de cosas que quién lo hace no podía saber. Veamos que es la lectura en frio y sus características.

La lectura en frio: punto de partida

La “lectura en frío” comparte la filosofía de lo “ad hoc”, es decir de aquello preparado ex profeso para garantizar el acierto o la confirmación de algo, en ese sentido todo se orquesta hacia la autoconfirmación de lo vaticinado. Se realiza a partir de una doble vía: por una parte se extrae sutilmente información del consultante por otra se le ofrecen predicciones de difícil error o -cómo mínimo- de gran facilidad de justificación.


A partir de estas dos premisas se realiza el “oráculo” y la “adivinación”, ambas premisas son extremadamente útiles para el supuesto vidente, pues la primera confirma a ojos de quién le consulta que la mancia practicada “adivina” o facilita la “visión” de cosas que en principio sólo sabía el consultante, la segunda muestra “aciertos” no de “sucesos pasados” desconocidos por el vidente sino en “tiempo presente”, en realidad este segundo aspecto es el que más interesa al “consultante” pues a partir de aquí se supone que se “verá” el futuro.


En puridad los aciertos de “información pasada” sólo sirven para apuntalar la “reputación” del vidente a ojos del consultante, aunque también le ofrece al adivinador información que puede resultarle valiosa a la hora de elaborar las predicciones “a futuro” y confirmar las “adivinaciones” de “tiempo presente”.


Técnica de la lectura en frio

La “lectura en frío” se sirve por una parte del lenguaje corporal y por otra de las informaciones verbales que, poco a poco, se van consiguiendo del consultante, cada una de ellas es un cimiento más en la construcción del “oráculo” pero, sobre todo, se sirve...de la necesidad del consultante de creer, por alguna cosa ha ido a consultar.


Ahora bien, no hay que confundir necesariamente “necesidad de creer” con “credulidad”, ambas cosas pueden combinarse pero no de manera “sine qua non”.


En ese sentido, alguien puede tener la “necesidad de creer” porque... necesita soluciones -a sus inquietudes, problemas, dificultades emocionales o cualquier otro motivo perentorio que le impulsa a buscar soluciones “dónde sea”-, aunque de entrada no haya “credulidad” directa, sin embargo, la “necesidad” estará presente y eso llevará a...la necesidad de creer, lo cual facilita la tarea al “consultado”.


Por otro lado la “credulidad” puede estar también presente, en ese caso cabe añadir ya una predisposición favorable del “consultante” respecto al “consultado” lo cual, evidentemente... aún facilitará más las cosas al último.

Bien ¿la información como se extrae? Pues, en primer lugar, a partir de lugares comunes, el falso “vidente” lanzará un “anzuelo” en busca de información, tampoco va a ser tan difícil decidir el tipo de “anzuelo” dado que el consultante, de entrada, ya habrá ofrecido cierta información, por ejemplo, en relación a que se interesa en la consulta: si se trata de salud, de cuestiones amorosas, económicas...si ha ido para una consulta en primera persona o para interesarse a cosas que afectan a terceros, etc.

Eso ya da una base para la especulación, con cierta ambigüedad el “vidente” irá tirando de esos hilos, no arriesgando -por ejemplo, en cuestiones de salud o enfermedad, una manera de “entrar” sin excesivo riesgo de error es citar una zona del cuerpo a la vez genérica y que queda “cerca de todo”, dónde además se encuentran numerosos órganos importantes: el tronco, a fin de cuentas si no es ahí (y hay muchas posibilidades que lo sea) siempre se puede recurrir a que...cualquier extremidad o la cabeza quedan cerca del tronco-.


Des ese modo se apuntalan los“aciertos” tanto en la información verbal como en el lenguaje corporal -este último también es buen indicador de que se va “por buen camino”, de las preocupaciones del interlocutor o de sus temas sensibles- y, por supuesto, también sirve de apoyo la misma necesidad que ha impulsado a buscar la consulta.


Esa necesidad  conlleva una colaboración “inconsciente” e “involuntaria” del consultante a la hora de transmitir informaciones al “vidente”. Incluidas aquellas que cimentarán el “prestigio” del adivino a ojos del consultante, aquello de “¿cómo podía saber tal o cual cosa?” pues...porque se lo acaban de decir, tal vez por mera confirmación de una “especulación sondeante”.

Por lo demás, lo anterior, se intenta completar “blindando” los posibles “patinazos” del “vidente/lector”. Así ante un error flagrante se sale simplemente mediante coletillas como decir “pues...¡que raro!...lo dicen la bola...¿no tiene alguien cercano a quién le pase eso?...” o bien “pues la bola dice que vigile (lo que sea) porque en unos seis meses o un año algo de esto puede pasar”.


Digamos que es cuestión de recurrir a adverbios de tiempo o lugar, condicionales siempre -o siempre que sean posibles- y que minimicen el error cometido y que, a su vez, impliquen escaso margen de error o una “disolución” del mismo en un lapsus de tiempo suficientemente amplio para que “no se note”.

Finalmente un buen falso “vidente” se basará siempre en condicionales, en la ambigüedad y en el “no arriesgar”. Magnificará cualquier “acierto” y explotará a fondo la información que le proporciona el consultante y que le permitirá alcanzar esos “aciertos”.

En definitiva, se trata de jugar a “balón seguro”, es decir: creando condiciones “ad hoc” que permitan siempre el acierto -aparente- o el “autocumplimiento” de lo vaticinado y...la justificación de los “fallos” -a los que siempre se denominará de otra manera. Hasta si son a futuro podría buscarse la “justificación” de los mismos en la labor realizada en pasadas consultas efectuadas, por ejemplo, decir “claro, el ritual que le dije que hiciese ha solventando el problema” o “ha modificado las cosas”-.

Así nos encontramos que la “técnica” empleada en la “predicción” y el saber “profesional” –como “profesional” de la estafa, se entiende, a la hora de ejecutar esa técnica-, la necesidad que ha impulsado al consultante y -si se haya presente- la credulidad del mismo facilitan esas condiciones “ad hoc” que generan el “acierto” de la mancia y su ejecutante.


La técnica “embudo”

En ese sentido “técnico” resulta conveniente que el “vidente” emplee lo que se conoce en las técnicas de investigación documental a través de encuestas y entrevistas como “técnica embudo” (Kerlinger, 1983, las sugiere especialmente para obtener información en las entrevistas), esto es la realización de una serie de preguntas de tipo “embudo” -que facilitarán “filtros” que ofrecerán información fiable- y preguntas de sondeo al interlocutor.

Las primeras intentan obtener información adicional sobre el tema que se haya planteado. Así se comenzará planteando preguntas muy amplias -de hecho es lo que se hace, por ejemplo, cuando se “acotan” temas: salud, amor, economía, etc...- a partir de las cuales se irá reduciendo el planteamiento a temas más específicos de interés.

Las preguntas de sondeo buscan medir y conocer la información que el interlocutor maneja sobre el tema tratado -a partir de lo cual se pueden calcular también parte de la motivación que condiciona las respuestas del interlocutor-. Preguntas de sondeo serían las del tipo: “¿puede ampliarme la respuesta? ¿puede concretar la respuesta (o el dato)? ¿puede exponerme con mayor precisión su punto de vista?” y otras similares.

Las preguntas “embudo” y las de sondeo son complementarias y, por otro lado, parecidas -aunque no exactas-.

La falsa disyuntiva

Existe otra tipología de “técnica embudo”, y es el referido a plantear alternativas diferentes todas las cuales resulten aparentemente inadecuadas o descartables excepto una. Aunque ese tipo de “embudo” no va tan dirigido a obtener información del interlocutor como a llevar a éste a la aceptación de una conclusión que cree propia y lógica cuando... es ajena e inducida.

Sencillamente: es difícil fallar cuando no se dice nada y... te lo dicen todo. A la gente, generalmente, le gusta explayarse -es increíble el volumen de información que se extrae sólo escuchando con atención y... dejando hablar-. 



Jorge Romero Gil 



Bibliografía

Avila Barey, H.L:  Introducción a la metodología de la investigación
Kerlinger, F.: Investigación del Comportamiento. Técnicas y Metodología, 2ª. ed., Ed. Interamericana, México, 1983.
Koyré, A.: Estudios de Historia del Pensamiento Científico. 6ª. ed., Siglo veintiuno editores, Madrid-México, 1984.
McGuijan, F. J.: Psicología Experimental, 6ª. ed., Ed. Prentice-Hall, 1996.

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