viernes, 17 de febrero de 2012

Escepticismo y método científico



Existen dos tipos de escepticismo, el escepticismo propio del método científico y del academicismo, que es uno, y el escepticismo propio de la filosofía, que llamaremos “skepsis” y que es otro. Ambos se parecen en la duda y la búsqueda, pero se diferencian a partir de otras cosas, el escepticismo científico no tiene como condición “sine qua non” la “epoché” –suspensión de valoración, como parte del propio sistema de análisis- mientras que es fundamental en la “skepsis” –no solo la usada por Pirrón sino también la de Husserl-.

Escepticismo científico y “skepsis” filosófica


El escepticismo científico puede usar según y como la “epoché” pero no le es consustancial, mientras que sí lo es para la “skepsis”; la duda científica está para ser resuelta, la filosófica no necesariamente, está para ser planteada y si es despejada, en el caso de “skepsis”, dará lugar a otras preguntas.

El ir descubriendo cosas y sentándolas en pro de la razón cognitiva es la finalidad del escepticismo científico, no así de la “skepsis”, porque la “skepsis” carece de finalidad, hace preguntas cuyo objetivo es la pregunta misma, no tanto la respuesta, la respuesta es solo parte del camino cuya única finalidad es caminarlo.

Por último, el escepticismo científico tiende, por su propia naturaleza, a generar y aferrarse a paradigmas, crea una ortodoxia. La “skepsis” en muchísimo menor grado, porque sentar un paradigma y aferrarse a él de manera absoluta es algo contrario a la “epoché”, y el “método” de la “skepsis" es la “epoché”, mientras que el del escepticismo académico es el “método científico”, muy claro, muy definido y muy útil en aquello donde es aplicable.

En ese sentido, dicho método se ciñe a unos parámetros definidos, que son sobre los que puede aplicarse.

El método científico

Así, por ejemplo, el método científico, por sus propias características ni dice ni tiene nada que decir ni se puede emplear para cavilar sobre el misterio de la transubstanciación en el Sacramento de la Comunión. Si se quiere saber sobre eso no se ha de recurrir a algo basado en el pensamiento racional cognitivo sino a algo basado en el irracional o, en todo caso, en el racional volitivo.

La ciencia esta para estudiar los fenómenos -físicos o sociales- cuya fenomenología es susceptible de ser abordada a partir de su método, y de los parámetros que éste específica, y a ellos es a lo que es pertinente aplicar su metodología, no a otros.

El método científico es un procedimiento cuyo fin es explicar fenómenos, estableciendo las relaciones entre los hechos a analizar y formular leyes que expliquen los fenómenos estudiados y, a partir de las mismas y de los conocimientos logrados, presentar aplicaciones útiles de los resultados. No hay un método científico único, pero sí factores comunes a todos ellos.

No toda situación fenomenológica corresponde a un fenómeno susceptible de ser estudiado a través del método científico. Eso no convierte a algo en inexplicable, por ejemplo, puede gustar el impresionismo, el impresionismo es un fenómeno pictórico ¿se le ha de aplicar el método científico? Si acaso se le aplicaran patrones estéticos, pero incluso esos serán insuficientes para explicar la catarsis que tal tendencia produce en algunos y la indiferencia que pueda producir en otros.

Aquí el método científico no podrá entrar a valorar la sensibilidad artística ni la obra de arte en cuanto tal, sí acaso podrá intervenir de manera auxiliar y en cuestiones subsidiarias.

Cierto que podría entrarse por la vía psicológica, pero el escepticismo psicológico, que lo tiene, se acerca mucho al propio de la “skepsis” filosófica, y esto es así por las propias características de la materia que trata: el comportamiento humano a partir de su psique.

Fenomenología

Un fenómeno es algo que aparece, digamos que es como lo que surge en el escenario y se percibe pero no se acaba de definir, por eso, después, se ha de estudiar lo que se ha percibido.

La ciencia se basa en un método, el método científico, y eso es aplicable a determinados fenómenos y a determinadas cosas, pero a otras no -esencialmente todo aquello que se base en el pensamiento irracional-.

La teoría de la razón cognitiva supone que todo podrá llegar a conocerse, es decir, que cada descubrimiento, cada paso racional, es un paso más hacia alcanzar el "glorioso momento" en que "todo" será desvelado. Pero eso es una utopía, ligada a la idea de progreso, y a cierto optimismo surgido a mediados del siglo XIX -sobre eso hay un excelente libro, publicado en castellano por Alianza Editorial, llamado, precisamente, "La idea de progreso", de John Bury-.

La razón cognitiva, sin duda, irá avanzando, se conocerán más cosas, pero el "glorioso momento" es dudoso que llegue jamás. Sencillamente o todo es demasiado grande o demasiado pequeño para... conocer "todo".

El pensamiento irracional -entiéndase eso como "una vía de pensamiento", no "irracional" en el sentido de "sinrazón" o "locura"- contesta al método científico e incluso lo pone en entredicho, y no necesariamente vía pensamiento religioso o esotérico, sino que desde la propia ortodoxia académica ya hay cosas que cuestionan ligeramente el método -como la idea de "paradigma" y "cambio de paradigma" formulada por Thomas S. Kuhn en "La estructura de las revoluciones científicas", y esto es un cuestionamiento todavía dentro del pensamiento racional-.

También lo cuestiona -nada ligeramente, yendo directo a la yugular y por completo desde planteamientos irracionalistas- cierta parte de la filosofía de la ciencia, buen ejemplo de eso es el "Contra el método" del muy caustico Paul K. Feyerabend -que carga contra Karl Popper con toda la artillería-.

Al margen de eso, al margen de acercamientos vía sociología o psicología para cuestiones colaterales, posiblemente sea un enfoque inadecuado abordar fenómenos como la religión intentando aplicar el método científico -otra cosa es aplicar la Filosofía-, de la misma manera que a la inversa es un error -dado con mucha más frecuencia desde ese lado- el intentar desde la religión demostrar sus postulados a partir de supuestas -y generalmente imposibles- aplicaciones del método científico.


Jorge Romero Gil


Bibliografía

Bueno, Gustavo, La vuelta a la caverna, Ediciones B, Barcelona, 2005

Feyerabend, Paul K., Contra el método, Editorial Ariel.

Kuhn, Thomas S., La estructura de las revoluciones científicas,  Ed. Fondo de Cultura Económica.



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