martes, 7 de febrero de 2012

Los aethyrs



La palabra aethyr, ethyr o ayre esta relacionada con la magia y el ocultismo.

Si se vinculan Aethyr y Aether nos encontraríamos con un medio informe e invisible, una sustancia de difícil definición que impregna el cosmos. Por esa vía se alcanza la idea del quinto elemento, que según del enfoque desde el que se trate puede ser un “espíritu” o no. Como sustancia no lo sería y, de hecho, definido como espíritu difícilmente puede entendérsele como sustancia, en todo caso, fuera de ese concepto, pudiera concebirse como “espíritu elemental” pero más dudosamente como elemento.

Si nos centramos en la tradición enoquiana y sus derivadas, como la Magia del Caos, Aethyr es un término con el que se indica individualmente cada uno de una serie de mundos (o "planos"), que no son paralelos sino interconectados e interactuando entre sí, estos planos se extenderían más allá del mundo material tal y como lo conocemos.

Los Aethyrs en la tradición enoquiana

Dentro de la Magia Enoquiana quienes desarrollaron el tema, por orden cronológico fueron John Dee y Edward Kelly –se supone que Kelly canalizaba la información recibida a través de un cristal y Dee iba sistematizándola-, Samuel Lidell MacGregor Mathers y su “Golden Dawn” y, finalmente, Aleister Crowley.

Mathers recogió la información dejada por Dee y la estructuró para formar un sistema coherente y práctico, digamos que tuviese una función definida y no quedase solo en un “corpus teórico”, eso fue redondeado por Crowley quién cubrió las lagunas dejadas por Mathers y definió los 30 aethyrs de los diferentes planos.

Hay que decir que uno de los problemas o incógnitas que presentan tanto la Magia Enoquiana como la Magia del Caos es que sus propios teóricos son incapaces de explicar el tipo de fuerzas que se manejan y cual es su procedencia –por ejemplo, si tienen cualidad de entes o si son manifestaciones de la psique, sea por acción colectiva o individual-.

En la misma línea de indeterminación se suele recomendar todo tipo de precauciones porque se ignora lo que pudiera suceder realmente al conjurar esas fuerzas, yendo desde la imagen lovecraftiana del “magus” enloquecido y/o devorado por su propia creación hasta el posible desencadenamiento de fuerzas. El caso es que tal situación añadida al misterio propio de estos asuntos ha generado multitud de leyendas, sean antiguas o sean urbanas.

Los planos enoquianos


Según el sistema enoquiano, los 30 aethyrs forman anillos concéntricos, anillos que dividen el universo en 30 partes, numeradas del uno al treinta y con nombres diferentes, por ejemplo, el plano material se llama TEX y es el número 30, mientras que el plano superior y divino es el número 1 y recibe el nombre de LIL.

Se supone que estas treinta dimensiones interconectadas del universo, a su vez, se relacionan con diferentes "capas" de la mente –primer obstáculo para definir el origen de esas fuerzas como “psíquicas” o “énticas”-. El “magus” enoquiano o del caos realiza un conjuro específico de llamada para atraer la energía del aethyr y comenzar a explorarlo desde un estado de trance –lo cual nos vuelve a devolver a la cuestión “psíquica” o “éntica”-.

Dentro de cada plano se pueden encontrar entidades enoquianas que personifican los atributos del plano en cuestión, lo cual no deja de ser una sospechosa antropomorfización de la exploración de esos planos. Ahora bien, la explicación de eso también puede radicar en que se trata de una metaforización simbólica del contenido de esos planos o de lo que representan, cada personificación seria, en ese caso una mera imagen mental, aunque pueda ser arquetípica –en el sentido de un universal no transmitido conscientemente-.

Según John Dee renunció a seguir explorando planos al llegar al noveno, el plano ZIP, donde se encontró la personificación “Babalon”, que define como una mujer muy hermosa pero blasfema y peligrosa, y que a él y a Edward Kelly “les había mostrado algo tan perverso, blasfemo y oscuro que simplemente no podían concebirlo", motivo por el cual decidieron suspender sus exploraciones por los planos enoquianos –algo similar a lo que se decía que le pasó a Kelly con el egrégor de Lilith-.

Aleister Crowley aseguraba haber explorado los treinta planos durante un viaje por el Sahara con un ayudante de la Astrum Argentum –que al parecer le ayudaba por la vía sexual para llegar al trance, en eso coincidiría con ciertos planteamientos de Austin Osman Spare-, en cualquier caso describe sus experiencias sobre los treinta aethyrs en su “Liber 418”, aunque matiza que con claridad solo pudo percibir hasta el aethyr número 4, quedando su percepción de los tres restantes en un cúmulo de sensaciones confusas y lo suficientemente extrañas como para no ser capaz de captar y explicar comprensiblemente.

Israel Regardie

Israel Regardie también habla de los aethyrs, lo hace tanto cuando habla de determinadas invocaciones como cuando desvela ciertos misterios de la “Golden Dawn”.

A partir de unas tablas indica que existen diecinueve claves para evocar e invocar, las dos primeras claves evocan a lo que Regardie denomina el “elemento Espíritu”, en las dieciséis que restan se invoca, en subdivisiones de cuatro, a los cuatro elementos tradicionales: Aire, Agua, Fuego y Tierra. Esas claves son muy similares en la forma y se pueden usar, cambiando algunas palabras en cada caso, para invocar a alguno Treinta Aethyrs, tal y como indica Regardie:

“Las Llamadas o Llaves de los Treinta Eteres son una de forma, cambiando sólo el nombre particular del Eter que se emplea, a saber, ARN, ZAA, etc.”

(Israel Regardie, “Aurora Dorada”, tomo IV, página 336)

A continuación Regardie expone las diferentes claves de invocación y acaba diciendo:

“Estas primeras 18 LLAMADAS son en realidad 19, es decir, son 19 en los Ordenes Celestiales, pero para nosotros, la primera Tabla no tiene LLAMADA, ni puede tenerla, porque pertenece a la DIVINIDAD.”
(Israel Regardie, “Aurora Dorada”, tomo IV, página 351)

Es decir, Regardie se refiere aquí al plano superior y divino es el número 1 que se llama LIL, y lo separa de los restantes por considerarlo inasequible desde lo humano. 

Por su parte, Crowley, como se ha dicho, aseguraba haber visitado esos planos hasta el número cuatro, claro está que una situación de "extásis" no acaba de discernir por complento lo acaecido de lo imaginado, es posible que el ayudante de la Astrum Argentum hiciese a Crowley imaginar más que ver realmente, no obstante, entraríamos en la existencia de lo imaginario y ese es, probablemente, otro tema.


Jorge Romero Gil


Bibliografía

Biedermann, H., Diccionario de símbolos, Editorial Paidós, Buenos Aires, 1996

Crowley, Aleister, Liber 418

Crowley, Aleister, El Libro de la Ley

Goetia. Compiled and translated by S.L. MacGregor Mathers Editing and Additional Material by Aleister Crowley

MacGregor Matthers, S.L., La Clave Mayor de Salomón Rey.
 
Regardie, I., La Aurora Dorada. Un Compendio de las enseñanzas, ritos y ceremonias de la Orden de la Aurora Dorada. Revisada y aumentada. Editada en cuatro volumenes. Luis Carcamo Editor, Madrid.
 
Spare, Austin Osman, El libro del placer 
 



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