jueves, 2 de febrero de 2012

Los orígenes del tarot



La idea del origen egipcio de las cartas del tarot no es más que una fábula surgida a finales del siglo XVIII de la Era Común. A partir, curiosamente, de la Ilustración y del caldo de cultivo que ésta significó para el pensamiento y todo tipo de especulaciones, es, igualmente, en ese momento, cuando todo lo legendario y "exótico" se remitía al antugo Egipto, digamos que aún no había llegado el momento de la India y el Tibet, del karma, el nirvana y los dharmas, eso sucederá con posterioridad.

Origen del tarot

Se podría discutir alrededor del origen italiano o francés de la baraja -que, durante la Edad Media, era simple y llanamente un juego de naipes, no en vano los llamados "arcanos menores" son prácticamente idénticos a la actual baraja española, en absoluto se usaba como forma o técnica de mancia-. 

Así se pueden mencionar a ciertas versiones italianas del siglo XV que pueden disputar a la Francia medieval la base de esas cartas, pero la versión sobre procedencias egipcias y, desde ahí, a otros orígenes más antiguos, míticos y extravagantes es, sencillamente, una leyenda generada alrededor del primer esoterismo moderno que, como tantas otras cosas, surgió al calor de la Ilustración y las inquietudes especulativas que ésta despertaba.

Con propiedad se puede decir que, históricamente hablando, tirando a largo, el tarot tiene orígenes medievales. Y se puede decir eso a partir de la evidencia documental, es decir: de los hechos -pruebas- no de las especulaciones.

De la existencia de juegos de naipes italianos hay evidencia documental, así en “Sermo perutilis de ludo” o “Ludis inductio” (manuscrito italiano en latín, fechado entre 1450 y 1470) se habla de los tipos de juegos y la descripción de los naipes:

“Ad cujus evidentiam queritur, quis invenit ludum? Respondeo quod tria sunt genera ludorum fortunae, viz.: Taxillorum, Cartularum, et Triumphorum (…) “Altare erit banchum. Lapis consecratus erit tabulerium. Calix erit cyathus vini. Hostia erit ducatus aureus. Missale nostrum erit taxillus: carte hujus missalis erunt cartule et triumphi (…) “Primus dicitur El bagatella (et est omnium inferior). 2, Imperatrix. 3, Imperator. 4, La papessa (O miseri quod negat Christiana fides). 5, El papa (O pontifex cur, &c. qui debet omni sanctitate polere, et isti ribaldi faciunt ipsorum capitaneum). 6, La temperantia. 7, L'amore. 8, Lo caro triumphale (vel mundus parvus). 9, La forteza. 10, La rotta (id est regno, regnavi, sum sine regno). 11, El gobbo. 12, Lo impichato. 13, La morte. 14, El diavolo. 15, La sagitta. 16, La stella. 17, La luna. 18, El sole. 19, Lo angelo. 20, La justicia. 21, El mondo (cioe Dio Padre). 0, El matto sie nulla (nisi velint)”.

Siendo casi de la misma época el tarot de Visconti-Sforza. La datación de este tarot es cercana al año 1450. Por ello se sostiene que se trata de la baraja más antigua de todas las existentes -en cuanto baraja propiamente dicha, referencias las hay más antoguas-. Se trata de un tarot cortesano y de lujo, y en su confección se utilizó la fibra de oro.

El tarot más clásico es el de Marsella -que, a pesar de su nombre, posiblemente tenga su origen en los maestros carteros de Toulouse y usa los palos de la baraja española para los arcanos menores-.

Las figuras del tarot de Marsella se fijan en el siglo XVIII-XIX, no antes, y se basan en otras versiones del siglo XV. Aunque hay referencias anteriores a barajas de naipes, por ejemplo, la prohibición en los estatutos de 1337 de la abadía de Saint Victor, cercana a Marsella, del uso de cartas por parte de los religiosos. Lo demás deriva de eso, como indica Jodorowsky en “La vía del Tarot”.

Especulaciones que en sus aspectos míticos -tales como orígenes, atlantes, lemures, de Thule o de Agartha- han sido corregidas y aumentadas por el esoterismo de corte New Age. Esoterismo que surge a partir de fundamentos muy vagos -prácticamente nulos fuera del campo de la fe- , y, generalmente realizando una mezcla extrañísima de formas orientalizantes y occidentales. Formulaciones que en sus aspectos orientales -lo tomado del budismo o el hinduismo- denotan un profundísimo desconocimiento, tanto del Canon Pali como de los textos védicos e hinduistas. Con todo lo cual realizan un cóctel realmente extraño y, en no pocas ocasiones, de escasa coherencia.

A partir de aquí, y en lo relacionado con el tarot, comienzan a mencionar la existencia de documentos secretos y saberes herméticos que mostrarían ese remoto origen. Sucede que los documentos son tan secretos y los saberes tan herméticos que resulta que...no aportan una sola prueba, es decir, dar alguna validez a esas versiones es -como en el resto de sus creencias, cuestión de fe.

Court de Gebelin y "Le Monde Primitif"

Las relaciones con el antiguo Egipto o con la cábala -otra cosa que se suele decir- son pura fantasía. El llamado "tarot egipcio" actual no es más que una derivación de las figuras del tarot clásico de Marsella, derivación que tiene su origen en la obra de Court de Gébelin "Monde Primitif" (1781), quién realiza especulaciones gratuitas y sin fundamento acerca de un supuesto Libro de Thot "salvado de las ruinas de un templo milenario"...

Así quién barajó -nunca mejor dicho- lo del supuesto "Libro de Thot" fue Court de Gébelin, mientras que Waite intentó relacionarlo con la cábala. Una y otra cosa especulaciones completamente gratuitas

Ciertas hipótesis ocultistas sobre que los gitanos llevaron esas cartas al antiguo Egipto -cuando, por otro lado, el origen de los gitanos no es Egipto, sino la India- y que supuestas ordenes secretas guardan esas "versiones originales", no es que mueva a escepticismo, es que darles crédito -cuando todo dato comprobado y comprobable dice otra cosa- viene a ser como pensar que lo escrito  por Tolkien sucedieó realmente en un remotísimo pasado. O caer en lo mismo que los que se dedican a buscar el "auténtico Necronomicon", cuando es una ficción literaria de H. P. Lovecraft.

Sin embargo, lo de Court de Gébelin o lo de Waite no son "saberes secretos" sino datos públicos. En ese sentido sí es gnosis (en cuanto conocimiento) y no lo "hermético", que, justamente, especula con lo desconocido.

Elementos del tarot

El tarot esta trufado de elementos cristianos, junto a otros que no lo son, muy propios del imaginario medieval de la Europa Occidental o “Cristiandad” -como  a veces se la conoce-. Sí alguna de sus figuras evoca algo “mágico”, en lo simbólico, es magia occidental y alquimía – la rueda de la Fortuna, la Muerte, el Diablo, etc.- y eso en los arcanos mayores, los menores son, simplemente, los palos de la baraja.

Baraja que se utilizaba como juego de naipes y en absoluto como medio de adivinación. Por ejemplo, la prohibición, recogida por Jodorowsky, en relación a los estatutos de 1337 de la abadía de Saint Victor, esta dirigida a “jugar a cartas”, no a la realización de mancia alguna. Tanto los datos como la simbología del tarot son bastante significativos acerca de sus orígenes en la Europa medieval.

Centrándonos en los símbolos de los arcanos mayores, lo que hay son huellas de cristianismo -ya mencionadas- y, tal vez, de catarismo -no olvidemos a Tolouse en la génesis de los naipes-, pero eso último también nos vuelve a situar en la Edad Media europea, respecto a esa posibilidad, curiosamente, Court de Gébelin, arroja algún dato en su “Le Monde Primitif”: “ En Provence, on en appella les Valets Tuchim. Ce nom désignoit une race de voleurs qui, en 1361, avoient causé dans ce Pays & dans le Comtat Venaissin, un ravage si horrible, que les Papes furent obligés de faire prêcher une Croisade pour les exterminer. Les Cartes ne furent introduites dans la Cour de France que sous le Successeur de Charles V” . On craignit même en les y introduisant, de blesser la décence, & on imagina en conséquence un prétexte: ce fut celui de calmer la mélancolie de Charles VI. On inventa sous Charels VII le Jeu de Piquet. Ce Jeu fut cause que les Cartes se répandirent, de la France, dans plusieurs autres parties de l'Europe."

Cierto es que los últimos registros de procesos inquisitoriales contra los cátaros en Occitania se datan hasta 1330 e.c. Pero, obviamente, la larga trayectoria del catarismo occitano, de más de trescientos años, alguna impronta pudo dejar también los naipes. Muy poco se sabe de sus doctrinas -digamos que el Santo Oficio trabajó a fondo-, pero en sus jerarquías no había diferenciación de sexos, en ese sentido, la carta de “La Papesse”, pudiera ser significativa. Como también el color del personaje: blanco. De todas maneras, esto sería muy especulativo.

Los naipes en la literatura medieval francesa

Por otra parte al inicio del capítulo XX de su “Gargantúa”, François de Rabelais, da un exhaustivo detalle de todo tipo de juegos, incluyendo los naipes, cuando habla de los juegos de Gargantúa:

“Puis tout lordement grignotant d'un transon de graces, se lavoit les mains de vin frais, s'escuroit les dens avec un pied de porc et devisoit joyeusement avec ses gens; puis, le verd estendu, l'on desployoit force chartes, force dez et renfort de tabliers. Là jouoyt:

(Puis marmottant, tout alourdi, une bribe de prière, il se lavait les mains de vin frais, se curait les dents avec un pied de porc et devisait joyeusement avec ses gens. Ensuite, le tapis vert étendu, on étalait force cartes, force dés, force tablettes et alors il jouait:)”

au flux (au flux),
à la prime (à la prime),
à la vole (à la vole),
à la pille (à la pille),
à la triumphe (à la triomphe),
à la picardie (à la Picardie),
au cent (au cent),
à l'espinay (à l'épinet),
à la malheureuse (à la malheureuse),
au fourby (au fourbi)...(...)”

Rabelais el Thélème y el esoterismo
 
Curiosamente existe un vínculo entre Rabelais y Crowley: la idea y la palabra “Thélème” -”Thelema” en la versión de Aleister Crowley-, amén de las propias cartas de las que hablamos, podría decirse que Crowley no podía faltar a esa cita.

En cuanto al origen definible del tarot, se puede seguir a Jodorowsky, con independencia de como se valore el tarot y su funcionalidad como mancia o, cuando menos, instrumento que muestra cosas de la psique humana,. Alejandro Jodorowsky realiza una labor de investigación, que demuestra  que esas cartas no va más allá de la Edad Media. No hay otras pistas más antiguas de los naipes en sí, de los que ni siquiera puede deducirse, de esas fuentes, su utilización en mancias o meramente lúdica.

Lo único que consta en atribuciones esotéricas a los naipes o bien orígenes remotos son las infundadas especulaciones de Court de Gébelin y de Waite y eso situan a esas hipótesis entre lo mistérico y lo legendario, pero en el siglo XVIII e.c. y en el marco especulativo del Siglo de las luces,. Eso sí, en la vertiente del pensamiento especulativo irracional.

Así, en 1772, Antoine Court de Gébelin comenzó a publicar Le Monde primitif (el Mundo Primitivo), obra que queda inacabada, en su octavo tomo dice lo que sigue:

«Si anunciáramos que en nuestros días existe una Obra de los antiguos Egipcios que ha escapado de las llamas que destruyeron sus bibliotecas formidables, una obra que contiene la doctrina más pura de los Egipcios sobre algunos argumentos interesantes, ¿quién no estaría impaciente por conocer un libro tan precioso y extraordinario?

»Y si añadiéramos que este libro está muy difundido por toda Europa y que desde hace siglos va de mano en mano, estamos seguros de que la sorpresa aumentaría y probablemente llegue a su máximo si dijéramos que nadie ha sospechado jamás que este libro —que tenemos como si no lo tuviéramos, y del que nadie ha intentado descifrar ni una sola hoja— es egipcio y que el resultado de tanta sabiduría exquisita se mira como una baraja de figuras extrañas privadas de sentido, ¿quién no pensaría que estamos bromeando o que nos queremos aprovechar de la credulidad de los lectores?

»Sin embargo, este hecho es cierto: este Libro Egipcio, el único superviviente de sus magníficas bibliotecas, existe en nuestros días. Es tan conocido que ningún erudito se ha preocupado de él, nadie antes que nosotros ha sospechado su ilustre origen (…) Este Libro tiene un nombre: el juego del tarot»
 

(Antoine Court de Gébelin, Le Monde primitif)

En su  ensayo, Court Gébelin, sigue explicando su hipótesis egipcia del origen del tarot, y de que modo este había sido preservando, ocultando sus auténticas capacidades bajo el aspecto de un simple juego. Gébelin, en otro artículo, hace una referencia enigmática -ya comienzan los secretismos-, en relación un tal M. le C. de M. que insistía en la origen egipcio, y sostenía que el juego tenía capacidades adivinatorias.

Según ese M. le C. M., el tarot  era el libro secreto de Ta-Rosh, en el que Athothes, supuesto hijo de un supuesto faraón egipcio llamado, habría encriptado y escondido algunas bases de más antiguos saberes ocultos.

Lo interesante del asunto es que, el propio Court de Gébelin, confesaba que no había investigado nada en absoluto, ni fuentes documentales, ni libros, ni siquiera las cartas, decía que sólo había necesitado tomar vino, durante una fiesta de la nobleza, para que en unos quince minutos se produjese tamaña y tan notoria iluminación.

El  supuesto libro de Thot es, una simple especulación sin ninguna base de Court de Gébelin, cosa que reconoce tranquilamente él mismo. Igual ocurre con Waite y la cábala, que nada tiene que ver con naipes o el tarot y, cuyo origen,  se encuentra en una vertiente del misticismo del judaísmo rabínico. El Zohar, que es uno de sus pilares, pese a pretender remontarse al siglo II e.c. es, casi con seguridad, del siglo XIII  e.c..
Más allá de Court de Gébelin y Waite, conforme ha pasado el tiempo, la escalada de cierto ocultismo -más serio y menos serio- ha ido conformando pandemoniums aún mayores, casi recordando el muy literario episodio del final de “El Péndulo de Foucault” de Umberto Eco:
 
“Conclusión, nosotros inventamos un Plan inexistente y Ellos, no sólo se lo tomaron en serio, sino que también se convencieron de que hacia mucho tiempo que formaban parte de él, o sea que tomaron los fragmentos de sus proyectos, desordenados y confusos, como momentos de nuestro Plan, estructurado conforme a una irrefutable lógica de la analogía, de la apariencia, de la sospecha.
Pero si se inventa un plan y los otros lo realizan, es como si el Plan existiese, más aún, ya existe.

A partir de ese momento, enjambres de diabólicos recorrerán el mundo en busca del mapa”

 
(Umberto Eco, “El Péndulo de Foucault”, págs 560-561)

“Ellos”, en diferentes enjambres, se van moviendo en un paroxismo de especulación y fantasía, así,  resulta que el tarot era de ¡Agharta, Lemuria, Thule o la Atlántida! Unos dicen que habían dos barajas, una "blanca" y otra "negra". Vaya, la versión en naipes de la teurgia y la goecia.
 
Invocando tales magias no podía faltar Eliphas Levi, que ve al tarot por todos lados en su  “Dogma y Ritual de la Alta Magia”:
 
“En las letras de las palabras AZOTH E INRI escritas cabalísticamente, y en el monograma de Cristo, tal y como estaba bordado sobre el lábaro, y que el cabalista Postel interpreta por la palabra ROTA, de la que los adeptos han formado el TARO O TAROT, repitiendo después la primera letra para indicar el circulo y dar a comprender que la palabra está invertida.”
 
Ni, por supuesto, el muy notable Aleister Crowley, que elabora su propia versión en colaboración con la pintora Frieda Harris, al que llaman el “tarot de Thot”, volviendo con ello a los orígenes invocados por Court de Gébelin.
 
Todo argumento al respecto de esas fantasías es siempre nulo -cuando menos Gébelin confiesa, ingenuamente, que su “iluminación” se produce en quince minutos, en una fiesta y mientras ingiere vino...no deja de ser una explicación-. Las “pruebas” siempre se remiten a los rosacruces o alguna secta hermética que, en definitiva, ni pueden mostrar ni demostrar nada -el argumento es circular: las “pruebas” existen, pero como son “secretas” y las tienen “organizaciones secretas”, pues, no se pueden enseñar-. Obviamente tal argumentación no se sostiene fuera de la fe, en este caso en un determinado y un tanto extravagantes origen del tarot.
 
Juego de cartas del que todo apunta su origen occidental, medieval y, si acaso hay mezcla de algo más allá del juego mismo, serían motivos cristianos, alquímicos y fruto de cultos o creencias locales o regionales apenas teñidas por un leve matiz cristiano, cuando no abiertamente “heréticas” como el catarismo.
 
Sea como sea, fruto de Occidente y, sea como sea...de su imaginación. A fin de cuentas, si se tiene en las manos una lista de la lavandería, lo más probable, es que sea una lista de la lavandería. Por analogía, si se tiene un juego de cartas, lo más probable, es que se trate de un juego de cartas. Después, la acción humana, podrá convertir lo primero en una conspiración templaria y lo segundo en una mancia. ¿Acaso importa lo que fuesen en origen?


Jorge Romero Gil


Bibliografía

Eco, U., El Péndulo de Focault, Ediciones Círculo de Lectores

Court de Gebelin, A., Le Monde Primitif

Jodorowsky, A., La vía del tarot

Levi, E., Dogma y Ritual de la Alta Magia

Rabelais, F., Gargantúa


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