viernes, 6 de enero de 2012

Los Egregor




La palabra egregor deriva  del griego “egregoroi”, que también puede transliterarse por “grigori”, su significado es “vigilantes”. Dado que es una palabra griega en el Tanaj no aparece, pero en las versiones griegas añadidas a la Septuaginta original –la Torá- se encuentra en el Libro de las Lamentaciones y en los apócrifos Libros de los Jubileos y Libro de Enoc.

Definición de los Egregor como seres

Existen dos versiones respecto a que es un egregor, tanto de los apócrifos como de los derivados de los añadidos de la Septuaginta no se puede discernir gran cosa, si bien parecen mencionarse como seres.

En parte así lo entiende Eliphas Levi, si bien no exclusivamente, pues si en “El gran arcano” los considera “entes” que deben entenderse como peligrosos –por no decir en extremo peligrosos- a causa de la enorme energía o fuerza que tienen y su absoluta ignorancia de la existencia de lo humano –si sirve la metáfora, son tan peligrosos para los humanos, como los humanos para una hormiga: ambos pueden pisar al otro ser sin siquiera darse cuenta que lo hacen-. En su “Historia de la Magia” dice lo siguiente:

“Porque hay un medio compuesto, un medio natural y divino, a un tiempo corpóreo y espiritual, un dúctil mediador universal, un receptáculo común de las vibraciones móviles y las imágenes formales, un fluido y una fuerza que, en un sentido al menos, puede llamarse imaginación de la Naturaleza. Por mediación de esta fuerza cada aparato nervioso se comunica secretamente; de allí derivan la simpatía y la antipatía, los sueños, los fenómenos de la segunda visión y de la visión extranatural.”

Y apostilla:

“Esta fuerza es ciega, de por sí, pero la dirigen los Egrégores, es decir, los jefes de las almas o, en otras palabras, los espíritus energéticos y activos.”

(Eliphas Levi. “Historia de la Magia”, páginas 15-16)

Aquí la visión “entica” sin perderse se matiza, pues ya no nos encontramos exclusivamente ante un determinado tipo de seres sino de un “fluido y una fuerza” de la que, obviamente, se componen y la dirigen los “egrégores”.

Curiosamente esta concepción enlaza con la que presenta el Zohar cuando describe las fuerzas “angélicas” más básicas. En el Zohar se habla de las "siete moradas de los ángeles" -Zohar I40a-I40b- y en realidad lo que se hace allí es expresar funciones y atributos de la divinidad misma, no personificaciones, por eso hay que acudir a la textualidad, así puede leerse: "la primera región empezando por abajo es una porción de espacio en la que no hay luz alguna. Los ángeles que la habitan son como huracanes, que se dejan oir pero que no se ven; son invisibles y no tienen ni luz, ni tinieblas, ni color. Son inconscientes de su propia existencia al carecer la región de forma alguna"

¿Cabe pensar aquí que se habla literalmente? Cabe, pero sería un error, el Zohar no habla de planos o regiones físicas sino de cualidades, ahí hay una referencia a una fuerza primordial -en cierto sentido semejante a los egregor-, que se conecta con la idea de "emanación" -las sefirot son emanaciones de la "ratzón" o voluntad limitada de D_os-, lo que lleva directamente a la deidad, a Hashem.

Volviendo a Eliphas Levi, más adelante, vuelve a considerar a los egregor “inteligencias”, luego “entes con consciencia propia” –otra cosa es que la tengan o no de la existencia de lo humano- cuando dice:

“Si tal es el poder del hombre en el mundo que él domina, ¿cuál deberá ser el de las inteligencias que gobiernan a los soles? El último de los Egrégores, con un soplo y dilatando de repente las calorías latentes de nuestra tierra, podría destruirla y reducirla a una nube de polvo.”

(Eliphas Levi. “Historia de la Magia”, página 314)

Digamos que Alphonse Louis Constant (Eliphas Levi) entiende por una parte que se está hablando de una fuerza, de una energía, en cierto modo inconsciente pero, a la vez, consciente de sí misma, luego de algo con ontología propia, precisamente de ahí derivaría el riesgo para los humanos, del hecho de que pueda tomar sus propias decisiones, derroteros, sin siquiera darse cuenta de la mera existencia humana ni, por supuesto, de las intenciones o voluntad de quién o quienes la hayan convocado y puesto en marcha.

Tipos de egregores

Algunas clasificaciones hablan de tres tipos de egregores. El primer grupo lo formarían espíritus de la naturaleza que han logrado permanecer a lo largo del tiempo, este es un tipo "éntico", con consciencia de si mismo -a diferencia de lo que indicaba Eliphas Levi y parece desprenderse del Zohar-. Por otra parte estarían asociados a lugares concretos y elementos concretos, lo cual nos remite a ideas como la de ondinas, sirenas y otros seres míticos o deidades menores asociadas a un sitio determinado -los lares y penates, sin ir más lejos-. Este grupo, además, estaría vinculado a una cosa muy curiosa en relación a la goecia: la fe. En efecto, su existencia se condicionaría a los rituales que los mencionan y que al hacerlo... les dan vida, pero no solo al ritual sino a la creencia en la validez del mismo -cosa, básicamente, innecesaria en la goecia-.

Otro grupo de egregores dependerían única y exclusivamente de la capacidad humana de creación. Así estos serían fuerzas puramente psíquicas generadas por la mente humana, pudiendo ser creadas consciente o inconscientemente. Estos son los egregores que interesan a la magia del Caos y que interesaban a Austin Osman Spare, obviamente tanto una como otro pretendían dominar de forma consciente dicha creación, pero no tan solo la creación sino el manejo de esas fuerzas, cosa que consideran altamente difícil y arriesgada. Así su creación -según la magia del Caos- sería relativamente factible pero su control de una alta inestabilidad y nula seguridad. La generación inconsciente de los mismos podrían ser obra de un grupo humano concreto y vincularse, también, a lugares, pero en este caso de creación humana no lugares naturales, esos egregores de generación inconsciente se podrían situar en casas, obras o similares.

La tercera categoría es, hasta cierto punto, síntesis de las dos anteriores, se precisa la acción humana en la generación y depositar fe en que dicha generación producirá "fuerza espiritual", nuevamente esto es muy poco coincidente con la goecia, que contempla el factor fe como de muy escasa importancia en relación a los resultados. Coincidiría más con la goecia los planteamientos rituales, en cuanto que el ritual equivaldría a la forma o formula mediante la cual proceder a la generación de estas fuerzas o entes, ahora, como se ha dicho, la necesidad de depositar fe colectiva en el resultado de un ritual o ceremonial colectivo es del todo ajeno a la goecia. Aquí se mezclaría la necesidad de "gnosis" -en este caso dirigida a saber para que sirve y como se realiza el rito o ceremonia- y de fe -en la validez de lo que se práctica-. Hacia la búsqueda de tales teóricas fuerzas se dedican grupos iniciáticos "gnósticos" que entienden por "gnosis" un saber secreto, compartido solo por elegidos -luego es elitista- y que tienen "fe" en el mismo. La necesidad del factor "fe" aleja, curiosamente, de lo fundamental de la idea de "gnosis", la "gnosis" no precisa fe, de hecho la fe se asocia a lo milagroso, y lo milagroso, en puridad, no se asocia a lo mágico sino a lo religioso. Por eso mismo, es una incongruencia hablar de "gnosis" y necesidad de aplicar "fe". Digamos que resulta paradójico, lo cual, dicho sea de paso, forma parte del Universo -nos referimos a la paradoja-

Los Egregor entendidos como creación mental

Desde la Magia del Caos el concepto es diferente, digamos que más psicológico, seria algo definible a partir de lo arquetípico y de un inconsciente común. Ahora bien, ese inconsciente debiera surgir a un cierto nivel consciente para poder generar un egregor  -a es surgir desde lo inconsciente o subconsciente al control de lo consciente apunta la técnica de los sigilos perfilada por Austin Osman Spare y ampliamente utilizada en la Magia del Caos.

En ese sentido, seria una fuerza mental común la que facilitaría la generación de un egregor, para lo cual se necesitaría de una invocación colectiva que, más que invocación o evocación de algo preexistente generaría algo a partir de la voluntad de los participantes.

Debe recordarse que en toda hipótesis mágica esta se produce a partir de la voluntad y para satisfacer la voluntad –con total indiferencia de la intencionalidad de dicha voluntad-. Un “magus” no es alguien con tipo de poder alguno, en teoría, sencillamente es alguien que emplea determinadas técnicas en beneficio de sus objetivos. El “magus” no tendría así poder alguno más allá del que le otorguen sus conocimientos o sus capacidades –entendidas como “gnosis” no como “don”-.

Quedaría la cuestión de saber si, a partir de esa definición de egregor, desde un solo individuo existiría la capacidad de generarlo o convocarlo –recordemos la historia de Kelly y Lilith, sea cierta o no, ejemplificaría una generación individual o, en la hipótesis de Levi, una evocación individual-, aquí tendríamos que examinar la posibilidad si a partir de los sigilios de Spare y desde el inconsciente individual y personal se podría realizar lo propio que de una manera grupal.

Una fuente de energía

En cualquier caso parece dominar la idea de una fuente de energía que es convocada, evocada o invocada y que o bien tiene ontología propia o bien la adquiere –volvemos a indicar que esa ontología sería la que generaría los riesgos.

De alguna manera es como si un arquetipo, tal y como los define Jung, adquiriera consciencia de “ser” no simplemente de “modelo” –de tipología-, así se podría pasar de un personaje o una institución abstracta a algo con vida propia –sería algo así como cuando un novelista o narrador dice que “sus personajes adquieren vida en un momento dado, y parece que dicten ellos el transcurso de la narración, casi de manera ajena a como lo desencadenó inicialmente el autor-.

De ese modo desde un club de fútbol hasta un mito podrían “egregorizarse”.  En el sentido de que serían algo más que lo que inicialmente se había creado. Adquirir “vida propia” es una forma de adquirir un tipo de “consciencia” y, en ese sentido, de “yo”. Con lo cual cerraríamos el círculo de este particular “uróboros” y se fundirían o compatibilizarían el enfoque como “ente” de Eliphas Levi y el de “creación del pensamiento” a partir de lo inconsciente. Sin embargo, en ninguno de ambos casos… se precisaría fe, solo intervención y/o acción humana.


Jorge Romero Gil


Bibliografía

De León, Moshé, El Zohar, Ediciones Obelisco (en curso de publicación)

Graves, R., y Patai, R., Los mitos hebreos, Editorial Losada, Buenos Aires, 1969

Graves, R., Los mitos griegos

Levi, Eliphas, Historia de la Magia

Spare, Austin Osman, El libro del Placer



2 comentarios: